2 - Taste me

3.9K 412 25
                                    

Porque el don de la palabra no era la única habilidad que Jin GuangYao tenía con la lengua.

Jiang Cheng sentía que iba a perder la cabeza de un momento a otro.

Aunque Lan XiChen hacía como si siguiera leyendo los informes de la última cacería nocturna a la que habían asistido sus juniors, su mirada parda vagaba de tanto en tanto a su rostro sonrojado. Lo miraba hambriento, sediento, bebiendo de su rubor y de los gemidos que lograban escapar a inconsistente la barrera creada por sus manos. A distancia considerable de la cama, continuaba sentado frente al escritorio del Hanshi, de rodillas y con la espalda tan recta como un ciprés. Jiang WanYin lo negaría todo, pero lo inescrutable de esos ojos que normalmente eran tan amables le estaba excitando todavía más, y eso era un gran problema. 

La habitación fría, ja. Quién bautizó así al Hanshi no tenía ni idea de lo que acontecería entre aquellas cuatro austeras paredes. Hacía calor. Hacía mucho calor. Muchísimo. O quizá es que su piel ardía bajo el toque de la víbora traicionera que ahora lo manipulaba a voluntad, que también. Por suerte para su cada vez más escasa cordura, el cabecero de la cama continuaba estando a unos cuantos grados menos que su cuerpo, aunque pronto se igualarían las temperaturas gracias a la fricción y el sudor. Pero, para su desgracia y la de su motivación de no hacer ruido —o de no darle a cierto bastardo la victoria y no demostrarle lo muchísimo que estaba disfrutando—, la boca de Jin GuangYao era cálida, suave y húmeda. También su lengua, que ahora se paseaba por la base de su erección mientras sus dedos se hundían entre sus glúteos y apretaban. Cuando su miembro se deslizó en dirección a aquella garganta le clavó las uñas para decorar esa magra carne blanca con diez surcos de media luna. Luego retrocedió, domándole en cada maldito movimiento. Al volver a meterse todo su miembro en la boca, Jiang Cheng arqueó la espalda todo lo que pudo, el cuello doblado hacia atrás y las piernas apretadas en torno al  cultivador jefe, cruzadas a su espalda, sobre sus hombros. El amago de gemido que apenas pudo contener llamó de nuevo la atención de Lan XiChen. La susodicha mirada oscurecida trató de regalarle una sonrisa, pero las comisuras de sus labios apenas atinaron a elevarse unos milímetros. El líder del Loto, en consecuencia, le fulminó con la vista. Una pena que esos ojos vidriosos, nublados por completo gracias a la proximidad de su segundo orgasmo seguido, eliminasen la máscara de seria ira que siempre llevaba.

-Puedes gemir con total libertad si así lo deseas, WanYin. -Comentó el primer jade como si le estuviese leyendo un reporte sobre la clasificación de los cadáveres feroces encontrados en la última expedición. Retiró la mirada, enfocado en terminar de corregir. Su imagen de perfección y rectitud solo se rompía por el más que evidente bulto que despuntaba entre sus túnicas blancas a la altura de la cadera, grueso y prometedor-. Hay talismanes silenciadores en la puerta. Nadie te escuchará aunque grites.

-Y tú... puedes venir a follarme cuando quieras, ¿no? -Le espetó bravucón entre jadeos entrecortados. Aunque estaba ocupado devorando el miembro del líder de Yunmeng Jiang, Jin GuangYao se permitió una sonrisilla. Luego recorrió toda su longitud de arriba a abajo con los labios y se detuvo al final, usando la lengua para ensañarse con su glande. Aprovechó el momento justo en el que Jiang Cheng no se estaba cubriendo la boca, obligándole a emitir un grito de placer desesperado. Luego, sabiendo que poco le quedaba para alcanzar el éxtasis y queriendo torturar al joven líder, retiró una de sus manos de su trasero y la usó para apretar en la base-. No vas... ah... No vas a quedarte... ahí sin hacer nada...

-Por supuesto que no, WanYin. Solo estoy esperando.

La pluma de ZeWu-Jun se deslizó grácil sobre el informe, corrigiendo alguna falta inintencionada de un discípulo invitado. Jiang Cheng volvió a gemir, esta vez su placer entremezclado con el dolor de no poder correrse. Deseaba que esas manos que escribían con tanta delicadeza le tocasen justo dónde los dedos de la zurda de Jin GuangYao estaban tocando, que recorriesen todo el espacio entre sus muslos hasta detenerse para juguetear con el enrojecido y palpitante anillo muscular que tanto ansiaba ser llenado. Lo deseaba con tal ahínco que se permitió gemir ante las caricias tentativas alrededor de su entrada justo antes de volver a taparse la boca. Los labios le sabían a sal, a las lágrimas de placer que había derramado en algún punto intermedio entre entrar al Hanshi y encontrarse ahí. Su gemido fue un llamamiento harto evidente, una súplica sin pronunciar. Quería... no, necesitaba que esos dedos de jade le tocasen, le desgarrasen y le destrozasen. Necesitaba que alguien, ya poco le importaba quién, le presionase contra el cabecero de la cama y le follase hasta dejarle incapaz de sentir las piernas. Jin GuangYao, Lan XiChen o incluso los dos a la vez, le daba igual.

Us [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora