1 - Wake up beauty

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De cuando Jiang Cheng descubrió que nunca podría vivir un romance convencional.

Aunque el grito de espanto de Jiang Cheng debería haberle despertado —y atraído a aquella lujosa y desordenada alcoba de la Torre Koi a una oleada de sirvientes Jin preocupados— Nie MingJue continuó roncando tan tranquilo, porque roncaba. No fue así para el desdichado líder del Muelle del Loto, que nada más abrir los ojos se encontró a sí mismo yaciendo desnudo al lado de otro hombre por primera vez en su corta y desgraciada vida. 

Y qué hombre, la verdad sea dicha.

Como si Wei WuXian le hubiese dado el susto de su vida, práctica a la que el muy bastardo acostumbraba cuando eran niños y jugaban al escondite por todos los rincones de Yunmeng, Jiang WanYin no pudo evitar que tanto un alarido asombrado como el alma se le escapasen por los labios. Se levantó de un salto en la cama deshecha, revolviéndose como una bestia atrapada en una red ata-deidades y llevándose la mitad de las sábanas por delante hasta el frío suelo. Las piernas le cedieron nada más tropezar fuera de la cama, porque apenas le funcionaban después de todo lo que ocurrió la noche anterior. Acabó cayendo de culo y resintiéndose por ello. Una pose muy poco digna para un líder de secta, sí, pero a aquellas alturas y visto lo visto poco importaba. Además, por suerte para su orgullo herido, Nie MingJue no se había llegado a despertar. Y mejor, porque aquello era humillante. No solo le dolía todo el cuerpo por haber hecho más ejercicio en unas escasas horas de idilio a cuatro que en cinco cacerías nocturnas seguidas; además, allá dónde mirase su piel se encontraría recubierta de marcas rojas y moradas, todas de distintos tamaños. En unos días serían verdes y amarillas, pero se resentirían cada vez que las tocase durante cosa de una semana, poco importaba el color. Más humillante  todavía se volvió la situación cuando Jiang Cheng sintió un líquido viscoso y caliente discurrir entre sus muslos, proveniente de su propia entrada irritada que, por cierto, le escocía como mil demonios. Sus mejillas se volvieron rojas casi al instante quién sabe si de ira, de vergüenza o de las dos a la vez. Al fin y al cabo, ni siquiera necesitaba mirar para estar más que seguro de que ese fluido no era ni más ni menos que el semen del reputado ChiFeng-Zun. No por nada, muy a su pesar, recordaba con exquisito detalle cada instante de la noche.

Y, hablando de recordar...

¿No le faltaban dos personas allí? Bueno, mejor así. Lo que menos le apetecía en aquel preciso instante era soportar a Jin GuangYao y su pedante educación fingida.

Cuando Jiang Cheng intentó ponerse en pie, el resultado fue desastroso. Las rodillas le temblaban como a un cervatillo herido y con cada movimiento sentía algo revolverse en sus entrañas. Ahogó un quejido entre su mandíbula apretada e hizo acopio de toda la fuerza de voluntad que poseía, y que era bastante. Si había hecho resurgir su secta de las cenizas, podría mantenerse sobre las dos piernas después de una orgía, y punto. No pensaba aceptar otra resolución. O no lo pensó, por lo menos, hasta que Lan XiChen entró en la habitación, tan despampanante, limpio y prístino como siempre. Nada más verle en su patética situación —desnudo, envuelto en las sábanas, agarrado como malamente podía a uno de los postes de la cama y con Nie MingJue tirado en el colchón con el culo al aire—, le ofreció una sonrisa y un saludo. La impecable educación en sus gestos era desconcertante, y quizá la culpable de que Jiang Cheng enrojeciera hasta las orejas. Sobre todo porque ahora no podía dejar de mirarle sin recordar cómo había gemido su nombre sin pudor alguno, cómo le había besado hasta dejarle sin aliento y cómo fue el primero de los tres integrantes de la Venerable Triada en adentrarse en su interior, mientras Jin GuangYao le hacía una mamada y él se las apañaba para masturbar toda la longitud de Nie MingJue.

Todavía podía sentir el regusto del semen  intercambiado entre besos en la lengua, salado y acre, la presión de su miembro en el punto exacto que le hacía rozar el Cielo y los susurros de un desvergonzado ZeWu-Jun en sus oídos.

Us [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora