22 - Don't dream it's over

1.8K 226 19
                                    

La mayor parte del tiempo eran líderes responsables, cultivadores respetados. Pero había días, días como aquel, dónde no eran más que cuatro amantes disfrutando de un merecido momento de paz.

Para cuando Jin GuangYao cayó a su lado en el colchón no sabía si habían pasado diez o veinte minutos o incluso media hora desde su retirada. Tampoco es que se hubiera parado a contar los segundos, solo que en un momento cerró los ojos y al siguiente tenía una boca conocida contra los labios compartiendo el regusto amargo del orgasmo de Lan XiChen. Lo que sí sabía era que todavía seguía jadeando por culpa de Nie MingJue y de la forma feroz que tenía de follarle como si quisiese partirles a él y al cabecero de la cama en dos. Todavía sentía cada roce como si una corriente eléctrica asolara sus nervios del primero al último para dejarle temblando a la vez por efecto del placer y la sobreestimulación. No creía haberse recuperado del último clímax, como tampoco parecía haber abandonado esa bruma flotante que empapaba cada nervio alcanzable y operativo y los sumía en una caricia efervescente. Mientras recuperaba el aliento y trataba de reponerse, continuaba notando aquel cosquilleo paralizante por debajo de la piel. En realidad le gustaba, por eso se limitaba a yacer entre aquellas sábanas para recuperar el aliento poco a poco en vez de echar a los tres malditos venerables a patadas de su alcoba y de sus dominios así, tal y como vinieron al mundo. Y tampoco sería nada nuevo, que conste. Una vez, a Nie MingJue casi no le dio tiempo ni a coger los pantalones antes de tener que huir. Menos mal que luego se lo compensó

Una mano perezosa, de dedos finos pero ásperos, mojados por el sudor y algo de lubricante, acarició con dejadez sus pómulos. Cuando entreabrió los ojos, se encontró a través de las pestañas al cultivador jefe junto a él. Esbozaba una sonrisa cansada pero contenta, satisfecha. Los mechones de ambos caían desperdigados por todas partes entre las finas sábanas de lino y los almohadones que los rodeaban como un nido de suavidad, de confort. Correspondió su expresión con la propia igual de encantada y se alargó solo un poco para besarle de nuevo. Jin GuangYao respondió al afecto de sus labios sin apenas pensarlo, gimiendo cuando una de sus manos se perdió entre su entrepierna suave, húmeda y flácida por el efecto del reciente orgasmo. No muy lejos permanecían las piernas de Lan XiChen, todavía enredadas en las suyas. Los dos hermanos jurados restantes debían estar también comiéndose la boca, porque no se escuchaba otro ruido en el cuarto además del chasquido acuoso de los besos que intercambiaban. Y, de vez en cuando, un gemido ahogado que a saber quién había emitido, pero que ninguno reconocería como propio.

-Ah... A-Cheng...

Al separarse sus labios, Jin GuangYao pronunció su nombre. O lo lloriqueó más bien. Lo dejó escapar como si saboreara el abandono de cada letra. Algo más recuperado (o solo excitado otra vez, quién sabe), se incorporó sobre sus codos. Jiang WanYin contempló al tercero de sus amantes con una sonrisa que no tenía término medio. O bien auguraba una maldad inminente o bien una racha de placer sin límites, pero no parecía con ganas de dejarlo tranquilo. Jadeante todavía, la mano que nunca se había apartado de sus mejillas se paseó por su cuello, tierna, cariñosa, hasta sus clavículas. Hasta que cayó sobre el colchón con un ruido sordo. Lo hizo en el mismo momento en el que Jiang Cheng depositó los labios en su pecho, besándole la piel mientras descendía en un recorrido serpenteante.

-¿Sensible?

-Mucho. -Le confirmó el Jin mestizo, ahogando un suspiro en la almohada más cercana y arqueándose por instinto contra las sábanas-. Er-ge no sabe cuándo parar.

-A mí me lo vas a decir. -Gruñó Jiang Cheng, divertido y molesto al mismo tiempo. Una mano fría de pronto apretando uno de sus muslos intensificó su bufido-. Oye.

-Me gustaría recordaros, A-Yao, WanYin, que vosotros soléis ser los que pedís más.

-Cierto. Antes no se os oía quejaros. -Corroboró Nie MingJue con una de sus sonrisas torcidas. Les desafiaba a negarlo, pero todos sabían que tenía razón-. Todo lo contrario, de hecho.

Us [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora