28 - Don't cry

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Que ya lo supiera, que en el fondo más profundo de su alma se lo imaginase, no lo haría más fácil de sobrellevar. Tener a alguien como Jin GuangYao a su lado, sin embargo, podría ayudar.

La primera vez que sucedió, Jiang YanLi apenas llevaba dos meses de gestación en su segundo embarazo. Ni siquiera se le notaba todavía, y solo su esposo y su familia cercana sabían que estaba embarazada de nuevo. 

Ya habían ido de visita a los Túmulos Funerarios más veces. Cientos de ellas, de hecho, y nunca representó ningún peligro. Algunas incluso mientras Jin Ling todavía estaba dentro del vientre de su madre. Como a la otra embarazada que hubo por aquel entonces, la energía resentida domada por el temido Patriarca YiLing no les afectó, ni a ellas ni a los niños. Nunca había pasado nada. Jamás. Wei WuXian —cuando el proyecto de fundación de YiLing Wei nació y con él también la normalización y regularización del camino demoníaco— les había prometido por activa y por pasiva que los Túmulos Funerarios eran un lugar seguro. Que estaban bajo su entero control y, con el tiempo, bajo el de Lan WangJi también. Hasta el momento, no parecía haber mentido. Sin incidentes reseñables ni víctimas (ni siquiera durante su polémica y conflictiva boda) no eran pocos los visitantes que recibía cada mes en busca de su guía, aunque sí los que superaban el estricto proceso de selección que el Patriarca YiLing había diseñado junto a su marido y su hermano. En la teoría y en la práctica, aquel era un lugar seguro. Como tal, no tendría que haber pasado nada... Hasta que pasó.

Sí que es verdad, no nos podemos olvidar, que nunca se habían quedado tanto tiempo. Dos semanas de visita no parecían gran cosa, y no lo eran. Unas pequeñas vacaciones en su apretado horario como líder de secta, un necesario descanso en familia. Los tres hermanos Jiang juntos de nuevo, como se habían prometido estar y como lo estaban en sus corazones. Aunque no lo confesó, hasta sus discípulos notaron la leve mejoría en el humor de Jiang WanYin en los días anteriores, cuando la expectación a veces le robaba una sonrisilla. El problema vino entonces en los tiempos. Jiang Cheng apenas solía quedarse uno o dos días cuando iba (rara vez a dormir, porque lo bueno de que YiLing quede cerca de Yunmeng, además de poder mantener a YiLing Wei como una de sus sectas subordinadas bajo su entera protección, era poder ir y venir en el día cuando tenían algún asunto que tratar, oficial o no) pero nunca había notado nada raro. Había sufrido alguna jaqueca ocasional quizá, pero se lo achacaba a las horas de vuelo, al cansancio acumulado y al vino que su shixiong siempre le convencía para compartir encaramados a algún tejado como cuando eran críos sin preocupaciones. 

No tenía por qué tratarse de nada más extraño aquella vez tampoco, ¿verdad?

Con motivo del cuarto aniversario de la fundación de YiLing Wei, Wei WuXian decidió que quería hacer una pequeña celebración. Nada demasiado ostentoso ni ruidoso —y ya era raro en él, porque bien sabía Lan WangJi que cada vez que tenía la oportunidad de montar una fiesta por todo lo alto la aprovechaba al máximo—. Solo unos días de festival para residentes y discípulos y unas semanas en familia con sus allegados más cercanos: su querido esposo y su hijo, sus hermanos adoptivos (tanto los que llevaban el apellido Wei como el apellido Jiang) y su adorado sobrino de ya casi cinco añitos. No esperaba tener a Jin GuangYao como invitado adicional, pero no le importaba demasiado. El cultivador jefe siempre era amable con todo el mundo en su secta, jamás les miraba por encima del hombro ni les despreciaba por sus orígenes humildes o dudosos y le había ayudado muchas veces con la gestión de algunos temas un tanto tediosos. Además parecía llevarse de maravilla con su hermano pequeño, como si Jiang Cheng y él tuviesen un vínculo especial. Habría que ser tonto para ignorar las miraditas que se intercambiaban de vez en cuando, como la sonrisa siempre dócil y afable del cultivador jefe cambiaba de curva en presencia del joven líder del Loto. Jin Ling también adoraba a su tío Yao y venía en calidad de acompañante de Jiang YanLi, así que no había queja posible. Aunque en realidad y por mucho que apreciase a su cuñado, que lo hacía, la joven dama Jiang desearía haber podido acudir de la mano de su marido, claro está. Fue una pena (o una gran suerte, depende de a quién le preguntes y en qué circunstancias) que a Jin ZiXuan le surgieran unos compromisos de última hora con el Consejo de Ancianos completamente ineludibles, pero bueno. Prometió que la acompañaría la próxima vez sin falta y que volaría a YiLing Wei en cuanto pudiera librarse. A Jiang YanLi le valía con eso.

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