20 - Hi

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Wei WuXian jamás perdería la manía de asombrar al mundo del cultivo. Quizá por eso no estaba acostumbrado a que le asombrasen a él. 

Si algo no le faltaba a YiLing Wei, eran risas. A pesar de su trasfondo demoníaco, de sus apellidos olvidados y de sus comienzos convulsos, la gente de la secta tenía una naturaleza tan risueña y alegre como la de su líder. Sus personalidades se habían forjado al sobreponerse a sus dificultades, al igual que la de su joven protector. No tenían otra manera de vivir distinta a esa, combatir a la adversidad para dar lo mejor de sí mismos cada día. Si no eran las risas de los niños, del pequeño Wei Yuan —el precioso hijo de los líderes de secta— o de sus shidi y sus shijie —los graciosos alumnos de Wei WuXian— entonces serían las del propio Patriarca YiLing las carcajadas que teñirían el ambiente. Siempre con una sonrisa perenne en los labios, tan imborrable como el cielo. Ya fuera caminando al lado de su esposo o volando libre a su aire, pero tal y como su madre le había enseñado. Y, sin embargo, había una risa en concreto que, por unas cosas o por otras, Wei WuXian jamás habría esperado escuchar en los dominios de su secta, menos aún hospedando un evento tan estresante como solían serlo las Conferencias de Discusión: la risa de Jiang Cheng.

En cuanto la oyó, Wei WuXian necesitó tomarse un momento para parpadear y mirar a su alrededor. También para pellizcarse la mano con la fuerza suficiente para dejarse las marcas redondeadas de las uñas. ¿Estaba soñando? Tenía que estar soñando. O eso o se acercaba el fin del mundo.

El tañido claro de aquella voz, inexperto por la falta de uso y tan cristalino que podría rivalizar con el de las campanas de claridad de la secta que lideraba, resultaba inconfundible. En especial para Wei WuXian. Había crecido entre sus escasas carcajadas, sus frecuentes gritos de molestia y sus aún más escasos y desoladores llantos, y jamás olvidaría cómo sonaban ninguno de ellos. Por eso, mientras se paseaba por la plaza central de YiLing saludando a los invitados al banquete inaugural, casi pegó un salto al escucharlo. Tan sorprendido cómo extasiado por la melodía que a veces creía haber olvidado, giró sobre sus talones en dirección a una de las mesas del banquete al aire libre. La imagen que le recibió fue todavía más desconcertante que el sonido de las risas mal contenidas de su hermanito en mitad de un evento público, las mismas que hacían que, como él, varios cultivadores dirigieran la vista hacia él, ojipláticos. Nadie esperaba que Sandu ShengShou supiera reír, ni que tuviera un amigo con el que hacerlo. Al fin y al cabo... Jiang Cheng no estaba solo en su diversión.

De pie al lado de su shidi, lo primero que vio fue el resplandor de las túnicas doradas. Si pensar en un Jin siendo amigo de su hermano ya le resultaba raro, más extraño se tornó todo el asunto al reconocer ese sombrero respingón sobresalir una cabeza por debajo del más joven. Jin GuangYao también reía, aunque debía haber sido el artífice del chiste. Mucho más comedido y contenido, pero con una chispa inconfundible en la mirada que nunca antes había viso en Conferencias de Discusión ni reuniones previas. Ni... ni en ninguna parte, porque la sonrisa de ese hombre siempre parecía vacía y artificial, ensayada. No ahora, ahora sin duda alguna era genuina. El jefe cultivador se cubría la boca con una mano, pero los ojos en forma de media luna le delataban. A su lado, la sonrisa de Jiang Cheng brillaba entera y dichosa, francamente divertida con lo que quiera que su insólito compañero le hubiera contado. 

No debería haber sentido envidia por no recordar cuándo fue la última vez que Jiang Cheng se rio así gracias a él. Tampoco debería haber desconfiado de Jin GuangYao solo por estar haciendo que su shidi pasase un buen rato. El problema es que las sintió ambas como un pinchazo en el pecho, pero las desechó en cuanto la sonrisa de siempre arribó a sus labios y se acercó a la pareja a grandes zancadas. Poco importaba que ya los hubiese saludado antes por separado como buen líder de secta cuando llegaron a YiLing Wei con sus respectivos séquitos. Algo estaba pasando ahí, y tenía que averiguar el qué.

Us [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora