16 - What's the matter

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Eventualmente, alguien los descubriría, sí. Era casi inevitable por mucha discreción que tuviesen, pero... ¿de verdad tenía que ser él? ¿En serio?

Cuando Nie HuaiSang le pidió después de aquella reunión que si, "por favor, por favor", podían hablar a solas un momento, poco más que cinco minutitos de nada, nunca se esperó que la cosa fuese a acabar así. O a empezar, porque el asunto se le puso de cabeza con lo primero que le gritó nada más cerrar la puerta de su despacho a sus espaldas.

-¡Creo que Da-ge te engaña!

Sí. Aquel habría sido el momento perfecto para morirse. 

Jiang Cheng estaba pálido. Más que eso, lívido. Blanco como el papel que usaban en Gusu Lan para mandar sus misivas oficiales y no tan oficiales. Y asombrado. Y confuso. Y un poco furioso también. O... o muy furioso en realidad, qué demonios. E indignado. Jiang Cheng estaba tantas cosas que ya no sabía ni cómo estaba de verdad, cuál era el núcleo sentimental de todo aquel batiburrillo de pensamientos enredados unos con otros. Lo único que sabía era que quería enterrarse a unos treinta metros bajo tierra más o menos en una tumba sin nombre, cortarse el cuello y dejar que los gusanos se lo comiesen. En ese orden, justo en ese orden. Visto lo visto, sería el final más digno al que podría aspirar.

¿Cómo demonios había llegado hasta esa situación? ¿Qué había hecho mal en la vida para acabar así? 

Recapitulemos un poco para entender algo mejor el panorama. Jiang WanYin había recibido en el Muelle del Loto a una pequeña comitiva de la secta Nie, representada por Nie MingJue y Nie HuaiSang. Oficialmente, habían hecho todo el trayecto en espada allí para debatir sobre los últimos casos de cadáveres feroces que daban problemas en la frontera entre Yunmeng Jiang y Qinghe Nie y decidir qué recursos y a qué cultivadores enviarían en conjunto a encargarse del caso y auxiliar a las ciudades y poblaciones afectadas. Podrían haberlo resuelto por carta, incluso. Extraoficialmente... bueno, a Nie MingJue le venía muy bien el cultivo dual para minimizar los riesgos de desviación de qi y mantenerse sano. Muy pero que muy bien. Porque aunque ya hubieran resuelto aquel problema, prevenir nunca estaría de más y eso. Así que, ¿qué mejor ayuda que la del maestro de la secta del Loto y sus campanas de claridad, famosas en todo el mundo por su efecto tranquilizador y su gran potencial curativo a la hora de meditar? Y la de su trasero, por supuesto, al que cierto(s) líder de secta parecía tener algo de vicio. Con ese panorama delante, al poco de terminar la primera reunión de las planeadas para los tres días que se quedarían en sus dominios, Jiang Cheng lo que se esperaba era disfrutar de un rato a solas con MingJue. Le había dejado una dirección, la de uno de sus lugares favoritos en todo Yunmeng. También uno de los más privados, un pequeño embarcadero a no demasiada distancia de la residencia principal, pero lo suficientemente apartado y escondido como para que solo los miembros de la familia Jiang lo conociesen. Lo descubrió por accidente cuando no era más que un niño, al lado de las ruinas que prometían el recuerdo de lo que antaño fue una casita. Confidencial y anónimo, ajenos a sus hermanos solo se lo había enseñado a sus tres amantes en un par de ocasiones íntimas. Confiaba en que al guerrero no le fuese demasiado difícil llegar sin su ayuda. Si lograba orientarse él solo, tenía algo pensado como "premio". Así que, desde luego, lo que menos necesitaba era encontrarse al salir a un Nie HuaiSang al borde del ataque de histeria deseando tener una pequeña charla en privado.

Eso no podía salir bien. Eso no iba a salir nada bien. Lo sabía, lo que no sabía era que podría resultar tan mal. ¿Por qué no le dijo que estaba muy ocupado en sus funciones de líder y que no tenía ni tiempo ni energía para aguantar sus disparates?

Ah, sí, porque entonces les habría seguido hasta el embarcadero, y eso sí que habría sido el acabose. No se imaginaba nada peor ni más humillante que a Nie HuaiSang pillándole mientras se acostaba con su hermano.

Us [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora