El amor no tiene color

Capítulo cinco.- Caminos cruzados.

Los personajes de Bleach son de Tite Kubo.

Historia inspirada en la película mexicana “Negro es mi color” (1951)

Advertencia: Contiene OoC, AU.

EL AMOR NO TIENE COLOR.

CAPÍTULO CINCO.- CAMINOS CRUZADOS.

 

Aunque el capitán Aizen le ofreció regresarla al Rukongai, Rukia declinó la oferta, prefirió quedarse en Karakura y labrarse un futuro. Además no podría regresar con Yoruichi sin antes haber cumplido su venganza. Tenía que hacerle pagar a alguien por el daño que les habían hecho tanto a ella como a su madre, no importándole a que costo.

―¿Segura que estarás bien sola? ―le preguntó Halibel a Rukia ya afuera del barco. Tenía temor por ella. Desde que salió de su camarote la notó rara.

―Sí, no te preocupes. ―respondió ella con el semblante sereno. ―Desde ahora ya no volveré a sufrir por Grimmjow.  (“ni por nadie más”)―dijo con determinación. ―Él ha quedado en el pasado.

―Me alegra escuchar eso. ―comentó Halibel, pero seguía preocupada. Si bien era cierto que ya no lloraba, Rukia había perdido ese brillo en sus ojos. Pero no podía hacer nada más, así que Rukia y Halibel se despidieron.

―Esto es lo mejor. ―se dijo la morena  metiendo una mano en unos de sus bolsillos. ―Estarás bien sin él. ―susurró arrugando una hoja de papel mientras veía alejarse a Rukia.

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Mientras tanto Ulquiorra entró a su camarote con una pequeña flor blanca, vio las copas y la botella sobre la mesa y le vino a la memoria un recuerdo de cuando fue feliz.

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—Te amo. —Le dijo ella con una sonrisa. ―y ahora estoy segura que seremos felices.

Él no entendía porque lo amaba si eran tan diferentes, ella era más joven, alegre, risueña y soñadora. Él era algo frío y no se le daba bien el romanticismo, sin embargo gracias a ella algo dentro de él cambió y ahora por fin había aceptado sus sentimientos.

 ―Yo también te amo. ―contestó Ulquiorra, y luego los dos se fundieron en un dulce beso.

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Ulquiorra se sentó en la orilla de la litera de abajo y abrió el segundo cajón del buró, con cuidado sacó una caja cuadrada gris, poniéndose de pie  la colocó sobre el buró.

—Te extraño. —murmuró mientras colocaba la flor blanca sobre la urna. Luego comenzó a acariciar la caja metálica, pensando en lo injusta que era la vida, pues Grimmjow había desperdiciado la oportunidad de ser feliz al lado de una mujer que lo amaba, mientras a él la vida le había arrebatado esa oportunidad.

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La joven de ojos violetas caminaba por primera vez por las calles de Karakura, veía sorprendida los edificios altos, las casas con fachadas modernas y elegantes, los grandes parques que había en la ciudad que eran casi lo triple del parque de su pueblo.

Mientras caminaba también observaba a las personas que pasaban apresuradamente junto a ella, y no podía evitar pensar que quizá alguno de esos hombres mayores podría ser su padre.