Capítulo 21.- Besos robados

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Los personajes de Bleach son de Tite Kubo.

Historia inspirada en la película mexicana "Negro es mi color" (1951)

EL AMOR NO TIENE COLOR.

 

CAPÍTULO VEINTIUNO.- BESOS ROBADOS.

Esa mañana de sábado la luz se colaba por la ventana dejando ver que el cielo estaba despejado, ya no había rastros de las nubes grises del día anterior. Los árboles y plantas todavía guardaban pequeñas gotas de agua que recorrían sus hojas hasta precipitarse al suelo. Los pájaros trinaban alegres, parados sobre las ramas de los árboles, anunciando que sería un buen día.

Una chica menuda de cabello negro se revolvía suavemente entre  los brazos y el cálido pecho de un chico de cabellera naranja, al cual se aferraba con fuerza. Lentamente abrió sus ojos violetas para acostumbrarse a la luz, quiso frotarse los ojos con sus manos pero se dio cuenta que otros brazos se lo impedían, pues la tenían rodeada.

―¡Buenos días! ―susurró Ichigo, agachando la cabeza para verla. Al sentirla moviéndose también se despertó.

Rukia abrió los ojos por la sorpresa. Estaban los dos acostados en la cama, ella sobre el fuerte pecho del chico y el abrazándola protectoramente. 

Ninguno de los supo cómo terminaron en esa posición, pero sin duda alguna a Ichigo no le importaba saberlo, él era el que más disfrutaba sentirla entre sus brazos.

―¿Qué pasó? ―preguntó sentándose de golpe, deshaciendo el abrazó del chico. Enseguida vio al chico y se vio ella, los dos tenían la ropa puesta, así que no podía haber pasado algo más entre ellos.

―Nada de qué preocuparse. ―dijo Ichigo sentándose y recargándose en la cabecera de la cama. ―Ayer estabas muy agitada  y sólo quise confortarte un poco. ―dijo él con una sonrisa.

―¿Eh? ―Rukia comenzó a recordar entonces.

―Parecías tan frágil y delicada. ―dijo Ichigo. ―Y tan asustada. ―Rukia entonces tomó una almohada cercana a ella y lo comenzó a golpear con ella.

―Y tú eres un pervertido aprovechado. ―le gritó.

―Rukia tranquila. ―dijo Ichigo cubriéndose con los brazos, pero Rukia no desistió de su labor. ―Pervertido...

Y a punta de almohadazos lo llevó hasta la puerta.

―Largo. ―le gritó Rukia dándole un último golpe con la almohada. ―Y no tenía miedo. ―le gritó furiosa antes de cerrarle la puerta en las narices.

Ichigo aprendió esa mañana que no tenía que insinuarle a Rukia que era una miedosa a menos que estuviera preparado para recibir su furia.

Él se dio la media vuelta dispuesto a ir a darse un buen baño, pero se asustó al encontrarse con su padre y hermanas que lo veían con reproche.

―Ichi-ni

―Onii-chan

―Eres un pervertido. ―le dijeron las dos con reproche y luego de mover la cabeza negativamente bajaron a ayudar a su madre en la cocina.

―Ichigo ¿Qué se supone que haces? ―le preguntó su padre con tono y semblante serio. Ichigo se mantuvo a la expectativa pues con su padre uno no podía estar seguro de cómo iba a reaccionar. ―Deberías estar adentro haciendo a mis nietos. ―dijo Isshin señalando el cuarto de su hijo.

El muchacho sólo suspiró resignado, su padre era experto en hacerlo perder la paciencia, pero decidió que ese día nada iba a nublar la felicidad que tenía por haber despertado junto a Rukia, así que le iba a seguir la corriente por esta vez.

El amor no tiene colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora