Capítulo 33.- Dilema

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Los personajes de Bleach son de Tite Kubo.

Historia inspirada en la película mexicana "Negro es mi color" (1951)



EL AMOR NO TIENE COLOR.

CAPÍTULO TREINTA Y TRES.- DILEMA.


Byakuya se subió a su carro y esperó en la calle a que saliera Yoruichi, tenía que hablar con ella y explicarle como habían sido las cosas, que él no se enteró que era padre hasta algunos años después y que desde entonces no había dejado de buscarlas.


Pasaron cerca de veinte minutos hasta que vio salir a la mujer morena del hospital, encendió su coche y la siguió por la calle, no le llevó más de dos minutos alcanzarla.


—Yoruichi. —la llamó Byakuya  saliendo del auto.

—¿Qué quieres? —le preguntó ella con molestia.

—Tenemos que hablar. —le respondió  él.

—¿Y de qué?

—De lo que paso hace más de veinte años. —le respondió con aflicción. —y de Rukia, mi hija. Sube. —le pidió.


Yoruichi ya no se sorprendió, si Kisuke lo sabía era obvio que él también. Respiró hondo y caminó hacia el coche, ya había llegado el momento de enfrentar su pasado. Ella subió al coche decidida, pero no por eso menos inquieta, ya que todavía su imponente presencia hacía estragos en ella, y él puso en marcha el carro con su semblante sereno y frio, pero sólo era una coraza, en su interior muchas sensaciones y emociones luchaban por ver cual salía a flote.


—¿Cómo supieron de Rukia? —le preguntó Yoruichi después de un largo silencio. —Por lo que sé ella se presentó con ustedes con otro apellido. —dijo mientras esperaban a que el semáforo se pusiera en verde.

—Desde que la vi me recordó a Hisana. —dijo él. —y también a ti. —Las últimas personas, antes del cambio de semáforo, caminaban frente a ellos con prisa.

—Ahora recuerdo que Kisuke alguna vez me habló del parecido de ellas dos. —comentó Yoruichi.


En ese momento Byakuya posó su vista en un hombre de cabello negro que llevaba cargando a una niña de unos dos años y la que le sonreía feliz. Se molestó por un momento al recordar que Kisuke si había tenido la oportunidad de ver nacer a Rukia y de estar con ella por algún tiempo, así que seguramente ella le habría sonreído muchas veces con esa misma dulzura que había mostrado la niña que pasaba frente a él.


—Es por eso que mandamos  investigar a Rukia. —respondió Byakuya apretando más fuerte el volante y poniéndose en marcha, dejando atrás sus pensamientos. —al principio el investigador tuvo problemas pues no encontraba nada de Rukia Shirayuki, pero al final  encontró toda su información.

—¿Y por qué no le dijiste que eras su padre en ese momento? —preguntó con curiosidad. —Ah sí, se me olvidaba que tú no querías saber nada de tu hija. —agregó  con reproche. —imagino tu cara de decepción al enterarte que no la aborte como querías.

—Las cosas no fueron como tú crees. —le respondió molesto. Le hería el que Yoruichi creyera que había sido capaz de pedirle que abortara a su hija.

El amor no tiene colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora