Capítulo 2.- Grimmjow Jaegerjaquez

1.3K 88 6
                                    

Los personajes de Bleach son de Tite Kubo.

Historia inspirada en la película mexicana “Negro es mi color” (1951)

Advertencias: Au, contiene OoC.

EL AMOR NO TIENE COLOR.

 

CAPÍTULO DOS. — GRIMMJOW  JAEGERJAQUEZ.

Rukia corría hacia su salvador  con una sonrisa, mientras el viento jugaba con su cabello azabache y los rayos del  sol  alcanzaban su piel nívea.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó agitada cuando llegó hasta él. Con la esperanza de que fuera ella la razón de su presencia.

—Quise cerciorarme de que no te molestaran otra vez. —reveló sin cambiar de posición pero volteando a verla. Rukia se sonrojó por la respuesta a pesar de que era lo que esperaba. Para Grimmjow no pasó desapercibido el sonrojo, lo cual lo dejó satisfecho.

—Gracias. —musitó nerviosa.

—Si estás agradecida no te importará invitarme un refresco y dejarme acompañarte a tu casa. —le dijo  sonriendo. Él no se andaba por las ramas, ni se le daba el romanticismo. Desde  que la vio había quedado cautivado por sus ojos violetas y se propuso volver a verla.

Rukia aceptó la propuesta y lo invitó a tomar un refresco en la cafetería de la escuela, pues era la más cercana y barata.

.

.

La cafetería escolar  en ese momento se encontraba poco concurrida, de las seis mesas que había sólo estaban ocupadas tres, contando la de Rukia. Las paredes del local estaban pintadas en tonos cremas y naranjas, decoradas con algunos carteles que mostraban malteadas y algunos tipos de hamburguesa que vendían ahí.

Rukia y su acompañante ocupaban una mesa contigua a la ventana.

—Y dime ¿A qué te dedicas? —preguntó Rukia moviendo su refresco con el popote, señal de su nerviosismo.

—Trabajo en un barco que acaba de llegar al pueblo. —respondió Grimmjow. —Nos dedicamos al comercio, pero ahora el barco está en reparación  y tardaremos un poco más del mes aquí. —dijo para alegría de Rukia.

—¿Y a donde se dirigen? —indagó con curiosidad ella.

—A la ciudad de Karakura. —Respondió él. —Ahí es donde pasamos la mayor parte del tiempo.

—¡Ah! —exclamó con asombro. Ella siempre había querido ir de vacaciones a la ciudad, pero lamentablemente el dinero que ganaba su madre o lo que ella ganaba trabajando en vacaciones sólo alcanzaba para la comida y para cubrir las necesidades básicas. Además que su mamá siempre estuvo renuente  a ir a aquella ciudad.

―Y tú estudias medicina, supongo. ―le comentó el chico.

―Sí. ―dijo alegre. ―estoy en mi último semestre y ya falta poco para que me gradúe.

―¿Y qué piensas hacer cuando eso pase? ―preguntó mostrando interés.

―Creo que pondré un consultorio en el pueblo. ―respondió Rukia. — o trabajaré en la clínica.

―¿No has pensado en ir a la ciudad de Karakura?, allá tendrás más oportunidades.

―No podría hacerlo, no quiero dejar a mi mamá sola. ―comentó Rukia bebiendo un poco de refresco.

El amor no tiene colorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora