17. VECINO INCÓMODO

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En la soledad de la fría celda donde se encontraba, solo se escuchaba el rechinar de sus intestinos.

Ahora, Ele pensaba en que fue un tonto al no consumir la comida que se le ofreció, pero en ese momento, lo que menos pensaba, era en comer.

Huerta había sido muy amable al llevarle su chamarra. Siempre lo era. No como el otro desgraciado que sabría por qué parecía tenerle tanta rabia. Ni siquiera lo conocía.

Incomunicado, hambriento y con frío, la posibilidad de conciliar el sueño para pasar el tiempo, era una posibilidad que se antojaba remota pero, después de horas de sobre pensar la situación, el cansancio pudo más y se quedó dormido, acurrucado en una esquina del piso, dónde parecía estar menos helado. Aunque era mentira, en realidad, no había un solo rincón en esa celda que estuviera tibia al menos.

 Aunque era mentira, en realidad, no había un solo rincón en esa celda que estuviera tibia al menos

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Un algunos días antes.

¿Cuántas veces? -preguntó Juan a su esposa de manera intempestiva durante la cena.

¿Cuántas veces qué?

¡¿Cuántas veces te revolcaste con ese desgraciado?! ¡¿Cuántas?!

¡Vas a despertar al niño!

¡¿Fue aquí?! ¡¿Fue en mi casa?!

¿Tu casa, ridículo? ¿O tu hotel?

¡Dímelo, Frida!

¡Mira, Juan, bájale a tu circo qué ni te queda! ¡Y si aquí alguien se revolcaba con una golfa sin talento, ese eras tú!

¡¿No te das cuenta, estúpida?! ¡Lo hizo para fastidiarme! ¡Te usó para vengarse de mí!

Pues si esa era su manera de vengarse, ¡que lo siga haciendo!

—Los vecinos me lo dijeron, me dijeron que un tipo venía y se metía aquí contigo durante las noches. Y hasta me enseñaron su foto, así que ya no lo puedes negar —Pérez buscó en su galería la foto que le proporcionaron y se la mostró.

¡Pues sí y qué! ¡Te aseguro que fueron menos qué las tuyas con tu piruja!

¡¿Y tenía que ser con él?! ¡¿No había otro?!

No fue planeado. Solo pasó.

¡¿Solo «pasó»?!

¡Sí, solo pasó! ¿Recuerdas la posada? ¿Cuándo te dije que me sentía mal y me mandaste en taxi por quedarte con esa puta? ¡Pues resulta que fue el único qué me ayudó!

¿Qué casualidad, no crees?

No sé si fue casualidad, pero mientras todos me veían cómo idiotas, él se acercó y me ayudó.

¡Metiste a un asesino a esta casa, con nuestro hijo aquí!

Cómo si te importara tanto. Si me hubieras hecho caso, no habría pasado ¿O sí?

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