15. EL HAMBRE Y LAS GANAS

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No hubo llanto por parte de la viuda de Perez, sino alivio y tranquilidad. Llamó a su hermana para que se hiciera cargo del niño mientras iba a reconocer el cuerpo de su esposo.

Le habría gustado qué hubiera sido diferente, qué se hubiera tratado de una caída o un choque, pero de cualquier modo, sus ruegos fueron escuchados.

Pronto podrían llamarla a declarar y entonces hablaría ¡Sí que hablaría!

«Accidente» dijo Huerta. Sí, cómo no. Ella sabía la verdad.

Meses antes de la muerte de Davina Gascón

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Meses antes de la muerte de Davina Gascón.

Era el colmo del descaro que Davina se sentara en la misma mesa qué ellos durante la posada de la empresa.

—Hola, Frida, creí que no vendrías —comentó Davina con aparente inocencia.

—Sí, me imagino. "Sorpresa" —remató con sarcasmo y una sonrisa fingida.

—¡No! !No puede ser! ¡¿Ya viste quién está allá?! —preguntó Gascón a Juan.

—¿Ese wey? Vaya, deben haberlo obligado. Nunca viene a estos eventos. No mames con el traje...

—Sí, pero aún así, se ve muy bien. Creo lo voy a ir a saludar —dijo Davina para provocarlo.

La sangre le hirvió a Juan, quien la detuvo del brazo, pero una mirada homicida de su mujer, logró que la soltara. Davina se mofó disimuladamente de él y se dirigió a la mesa donde estaba el escritor sin compañía.

Ele detestaba los eventos donde sabía que habría tanta gente y todo ese molesto ruido que lo aturdía, pero tal como dijo su compañero, lo habían obligado a asistir. Acordó que solo iba a quedarse una hora. Esperaría a qué lo vieran los jefes y luego se marcharía a casa.

—¡Ele, qué guapo!

La voz de Gascón lo hizo voltear.

—¿Y ese milagro que viniste? —exclamó la rubia, realmente sorprendida.

—Me obligaron —respondió seco. Saber qué estaba tan cerca de Pérez, además de aburrido, lo tenía molesto.

Davina, al verlo ahí con esa ropa y esa postura con la que lucía tan elegante, casi se arrepiente de haber ido con Juan. Pero es que nunca creyó que Ele fuera feo, todo lo contrario; era su actitud la que le hacía desistir cuando estaba por darle una oportunidad.

Le daban miedo sus reacciones  y era porque seguramente tenía varios problemas mentales. Era muy celoso también. Se enojaba cuando la veía con otros como si tuvieran una relación, cuando en realidad, ni siquiera eran amigos.

Juan miraba a Davina hablando con Ele y Frida miraba a Juan. Pero también miraba a Ele, cuyo pintoresco atuendo lo hacía lucir un poco estrafalario, pero increíblemente atractivo.

ELEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora