37. BELLEZA MALDITA

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Seis meses antes.

Huerta y Trejo estaban muy concentrados en escuchar los mensajes de voz qué Davina le había enviado a Ele, días después de la posada de la empresa.

Ya Eleodoro —risas—, vamos a algún lado, te doy chance.

Ambos se quedaron estupefactos al escuchar ese y otros mensajes más de la actriz.

«No te hagas el digno, qué no te queda, bien qué quieres. Ya, no te voy a decir así. Así te llamas, pero ya no te voy a decir así»

Mensajes qué Sánchez ni siquiera se tomó la molestia de responder o si acaso lo hizo, le respondió con monosílabos o fases breves y cortantes.

—Pero qué forma de perder la dignidad —comentó Huerta en un descanso.

—Aprendió del mejor ¿Pero por qué Sánchez no aprovechó la oferta?

—Porque tiene más dignidad de la que piensas.

—O ya se estaba tirando a otra. Mira, aquí hay uno más largo.

«»Davina, ya por favor ¿Querías que te dejará en paz? Ya sucedió, ahora déjame en paz tú a mí. No sé qué pretendas, o qué creas que puedas obtener, pero te aseguro que ya no voy a caer. Ya no me interesas. Adiós.

Trejo aplaudió emocionado y se limpió una lágrima imaginaria.

«Sé que te andas revolcando con Frida, la mujer de Juan. Cómo has bajado tus estándares. Mira que cambiarme a mí, por esa doña toda llena de estrías y celulitis. Qué asco».

—¡Pinche vieja pendeja! —expresó Huerta iracunda, al escuchar eso. Trejo quedó asombrado y rio.

—¿Qué? Yo también digo groserías de vez en cuando.

—No, nada.

—Qué basura de mujer.

—Y sucedió, Lady Sánchez por fin se dio su lugar y Gascón perdió los papeles totalmente. Qué triste caso.

—No soportó quedarse sin su más grande fan y enloqueció. Pues me alegro. Nadie merece ser humillado así.

—Él se lo buscó.

—Él estaba enamorado, Joél. No sabes el gusto tan grande qué me da, el qué por fin abriera los ojos. Esto solo lo aleja de la culpabilidad.

—Eso reduce el móvil a solo un motivo, no te emociones. Tengo una teoría: ¿Qué tal si Davina se ardió y por eso le plagió el libro, cómo una manera desesperada —y muy estúpida—, de volver a obtener su atención?

—O como venganza, por atreverse a cambiarla.

—¿Pero con la mujer de Pérez?

—Se llama Frida. Siempre he detestado qué las mujeres pierdan su identidad cuándo se juntan con un fulano.

—Disculpe, señora, ¿pero por qué con ella? ¿Por qué buscarse más problemas de los que ya tenía? Te digo, Sánchez es adicto al drama. Si es verdad que Lady Sánchez se metió con la esposa de Pérez, entonces eso lo convierte también en su asesino y lo del accidente es pura mentira.

—Conjeturas tuyas, nada más. No podemos asegurar eso. Hay muchos testigos qué dicen lo contrario, Trejo. Además, fue Pérez quien empezó el conflicto.

—¡Obvio, Huerta! ¡Se estaba acostando con su mujer! Además, él le siguió ¿No viste los videos?

—¡Ah! ¿O sea que tenía que dejar que se lo zumbara sin meter las manos siquiera? ¡No, fíjate que no! ¿O lo harías tú?

ELEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora