Sakura se despertó sobresaltada y entre jadeos. Su corazón estaba acelerado y tardó un momento en reconocer el dosel que colgaba sobre su cabeza.
Poco después, sus sentidos detectaron el embriagador aroma floral que flotaba en la habitación. Con su mirada adormilada, recorrió el dormitorio y advirtió que hasta la última superficie estaba adornada con exagerados ramos de rosas de invernadero.
Y, entre aquel derroche floral, descubrió a Sasuke, que descansaba con relajada elegancia en un sillón que había colocado junto a su cama. Llevaba una camisa de lino con los botones del cuello desabrochados y
unos calzones de color tostado, y había recogido su abundante pelo en una cola
que reposaba sobre su nuca.Sus pies descalzos estaban apoyados sobre un taburete y parecía sentirse como en casa.
Al contemplarlo dormir, Sakura sintió una punzada de orgullo posesivo que la alarmó y le gustó al mismo tiempo.La proximidad de Sasuke ahuyentó el
pánico que había sentido al despertar y le hizo experimentar una tranquilidad
instantánea.Levantó las manos para frotarse el escozor de los ojos e intentó sentarse, pero en cuanto sintió que una punzada de dolor se extendía por su cadera, lanzó un grito y Sasuke apareció en seguida junto a ella.
—Espera.
Entonces tiró de Sakura con suavidad y le colocó unas cuantas almohadas detrás de la espalda. Al notarla más cómoda, Sasuke se sentó a su lado en la cama y le sirvió un vaso de agua del aguamanil que había en la mesita.
Ella esbozó una sonrisa agradecida y bebió un sorbo para aclarar su garganta reseca.
—¿Cómo te encuentras? —le preguntó él.
Sakura arrugó la nariz.
—Me duele mucho la cadera.
—Es normal.
Sasuke apartó la mirada.
Ella sintió curiosidad por su actitud sombría y alargó el brazo para tocarle la mano.
—Gracias por las flores.
Sasuke dibujó una tierna sonrisa en su rostro, pero Sakura lo noto encerrado en sus pensamientos, con un hermetismo que ella hacía semanas que no veía. Tenía el mismo aspecto que durante el baile de Moreland, hacía ya muchas noches: distante y cauteloso.
—Siento haberte despertado —le dijo ella con suavidad—. Parecías muy cómodo.
—Contigo siempre me siento cómodo.
Pero su tono de voz era artificial, demasiado delicado para ser auténtico. Y, después, apartó su mano de debajo de la suya despacio.
Sakura, un tanto nerviosa, se cambió de postura y volvió a sentir otra punzada de dolor.
—Deja de moverte —le ordenó él, mientras le estrechaba la espinilla para reprenderla.
Ella lo miró con los ojos entornados y se sintió abatida por aquella nueva barrera que se había erigido entre ellos.
Entonces alguien llamó a la puerta, Sasuke dio permiso para entrar y Hinata pasó, seguida de Naruto.
—¡Estás despierta! —La saludó su cuñada con una sonrisa de alivio—. ¿Cómo te encuentras?
—Horrible —admitió Sakura con tristeza.
—¿Recuerdas algo de lo que ocurrió la otra noche?
Todos la miraron expectantes.
—¿La otra noche? —Sakura abrió mucho sus ojos—. ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?
—Dos días, y no dudes que necesitabas hasta el último minuto de ese descanso.

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SUPLICAME
RomanceEsta historia NO es mía es una adaptación Ni los personajes me pertenecen