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Llegaron a la mansión ancestral de la familia Uchiha a última hora del segundo día de viaje.

La imponente apariencia de aquel enorme castillo ofrecía un mudo testimonio de la perseverancia del linaje de Sasuke

Las torretas se elevaban a distintas alturas por el largo muro de piedra exterior que se extendía a cierta distancia, a izquierda y derecha de la entrada principal.

Los tres carruajes y el coche del equipaje aminoraron el paso y se detuvieron. La puerta de la casa se abrió de inmediato y de ella salió una multitud de sirvientes ataviados con la librea de los Uchiha.

Sakura descendió del vehículo, sorprendida por la escena.

Sasuke posó la mano en su cintura y se quedó junto a ella. Entonces le habló en voz baja y con mucha intimidad al oído.

—Bienvenida a casa.Luego le dio un beso cerca de la clavícula, en la parte más sensible del cuello.—Espera a verla por dentro —le dijo con evidente orgullo.

Cuando entraron en el vestíbulo, Sakura se tragó una exclamación de asombro. El techo estaba a una altura vertiginosa, y de él colgaba una lámpara de araña sujeta por una larguísima cadena.

Las velas iluminaban los nichos que
se abrían a ambos lados de la pared, y el suelo de piedra estaba cubierto por
inmensas alfombras de Aubusson.

Sakura intentó no perder al grupo, pero caminaba muy despacio tratando de asimilar todo lo que veía a su alrededor. Sus pasos amortiguados resonaban por el vasto espacio.

Frente a ellos, al otro lado del vestíbulo, había una pared de puertas francesas que, al abrirse, daban acceso a una enorme extensión de césped.

Una inmensa escalinata dividida, que se encorvaba con elegancia por ambas
paredes para unirse en el enorme rellano de la parte superior, ocupaba el centro de la estancia.

Desde allí, la ascensión se dividía en distintos pasillos a izquierda y derecha que conducían a las alas este y oeste de la casa.

Shisui la miró con una orgullosa sonrisa en los labios.

—Es impresionante, ¿verdad?

Sakura asintió con los ojos abiertos como platos.

—Creo que la palabra « impresionante» no le hace justicia.

Subieron por la parte izquierda de la escalinata, mientras los sirvientes subían
su equipaje por el lado derecho.

Sasuke se detuvo frente a una puerta abierta y alargó la mano para darle paso a Sakura .

Entonces Shisui y Obito se excusaron
y prometieron reunirse con ellos en la cena.

Sakura entró en una preciosa y enorme habitación, decorada con suaves tonos de gris y azul crema.

Las cortinas de seda enmarcaban los amplios ventanales con vistas al camino de entrada.

Había dos puertas a ambos lados de
la estancia. Desde la puerta abierta de la izquierda, pudo ver un salón y un dormitorio masculino y, a la derecha, una habitación infantil.

Sasuke la seguía.

—¿Te gusta?

—Es perfecto —reconoció ella.

Entonces él esbozó una tierna sonrisa, le guiñó el ojo con aire travieso y se marchó hacia el salón en dirección a su dormitorio.

Cuando se quedó sola, Sakura observó su nuevo entorno con más calma, prestando atención a los pequeños detalles.

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