—Siéntate, Uchiha —le ordenó Kakashi con brusquedad—. Tus paseos frenéticos me están volviendo loco.
Sasuke lo fulminó con la mirada, pero le hizo caso.
—Soy yo quien está enloqueciendo, Kakashi. Necesito saber dónde está Sakura. Sólo Dios sabe el sufrimiento…
Se atragantó. De repente, tenía la garganta demasiado seca como para poder hablar.
La dureza habitual que habitaba el rostro de Kakashi se suavizó con empatía.
—Me has dicho que los escoltas que le asignaste también se han marchado.
Eso es buena señal. Quizá la hayan podido seguir y nos comunicarán su paradero en cuanto se les presente una oportunidad.—O quizá estén muertos —replicó Sasuke. Se levantó y empezó a caminar de nuevo.
Kakashi se reclinó en la silla y unió las yemas de los dedos de ambas manos.
—Mis agentes rastrean todos los caminos que circundan Chesterfield Hall e interrogan a toda la gente que vive en los alrededores por si acaso han visto u oído algo. La información acabará por llegar a nosotros, Uchiha.
—El tiempo es un lujo que no tenemos —rugió Sasuke.
—Vete a casa y aguarda. Te llamaré en cuanto sepa algo.
—Esperaré aquí.
—Los escoltas podrían intentar ponerse en contacto contigo. Es posible que ya lo hayan hecho. Deberías volver a tu casa y ocupar el tiempo en algo útil. Haz las maletas y prepara todo lo necesario para partir.
La idea de que hubiera un mensaje esperándole le dio cierta esperanza Sasuke.
—Está bien, pero si te enteras de algo…
—Cualquier cosa, sí. Te haré llamar en seguida.
Durante el breve tiempo que tardó en regresar a su casa, Sasuke se sintió productivo, pero en cuanto llegó y descubrió que no había novedades, notó que una feroz agitación volvía a invadirlo sin remedio.
Como su familia estaba en casa, no podía dar rienda suelta a sus sentimientos y se retiró para no exponerse a sus curiosas miradas.
Merodeó arriba y abajo por el pasillo en mangas de camisa, con la piel sudorosa y el corazón desbocado, como si estuviera corriendo. De tanto frotarse la nuca, acabó irritándose la piel, pero no podía parar.
Cientos de imágenes terribles ocupaban su mente… Se torturaba pensando que Sakura le necesitaba, que estaba herida, que tenía miedo…
Dejó caer su cabeza hacia atrás y rugió angustiado. Era insoportable.
Necesitaba gritar, aullar, romper algo.
Pasó una hora. Y luego otra. Hasta que ya no pudo esperar más. Sasuke regresó a su habitación, se puso el abrigo y se encaminó a la escalera decidido a perseguir a a Itachi St.
La presión del cuchillo que llevaba escondido en la bota alimentó su sed de sangre. Si ese hombre había osado rozar un solo cabello de Sakura, no le demostraría piedad alguna.
Cuando iba por la mitad de la escalera vio que su mayordomo abría la puerta y, un segundo después, aparecía uno de los escoltas. El hombre, cubierto de polvo
a causa de su rápido regreso, aguardó en el vestíbulo e hizo una reverencia cuando las botas de Sasuke alcanzaron el suelo de mármol.—¿Dónde está?
—Va camino de Essex, milord.
Sasuke se quedó helado. « Ravensend» . Era el hogar de su difunto padrino, el duque de Ravensend.

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SUPLICAME
RomanceEsta historia NO es mía es una adaptación Ni los personajes me pertenecen