Sasuke paseaba por delante del fuego que ardía en la chimenea de la casa de invitados de la mansión Chesterfield, y trataba de recordar su primer encuentro sexual. Había pasado mucho tiempo, y de aquel apresurado revolcón en los establos sólo recordaba una piel sudorosa, el heno punzante y una jadeante liberación. Sin embargo, y a pesar del borroso recuerdo de aquella tarde, estaba
seguro de que ni entonces había estado tan nervioso como lo estaba ahora.Después de salir del baile de los Dunsmore, había acompañado a Sakura a la mansión y vuelto a su casa para cambiarse de ropa y regresar a caballo. De eso hacía ya más de una hora y, desde entonces, la espera se le estaba haciendo eterna.
Las dudas atenazaban su estómago, una sensación del todo desconocida para él. ¿Se reuniría Sakura con él, como había prometido? ¿O esperaría durante toda la noche, desesperado por saborearla y tocarla?
Se levantó y metió más carbón en la chimenea. Sasuke habría preferido disfrutar de Sakura en su cama, pero estaba encantado de aceptar con gusto
cualquier alternativa que ella sugiriese.Además, aquella casa de soltero estaba
muy bien amueblada.Se sentó en la silla que había colocado delante de la chimenea y notó la suavidad de la alfombra de Aubusson bajo sus pies descalzos. Se había quitado toda la ropa menos los calzones; estaba sorprendido y un poco desconcertado ante la urgencia que sentía por volver a presionar su piel desnuda contra la de Sakura.
Entonces la puerta exterior se abrió y se cerró con cuidado. Sasuke se levantó y se dirigió al pasillo. Allí, se apoyó contra el marco de la puerta y simuló parecer despreocupado y menos necesitado de lo que estaba en realidad.
Pero cuando Sakura apareció, él se quedó sin aliento y sus pies se movieron en contra de su voluntad. Ella se detuvo con su exquisito labio inferior atrapado entre los dientes.
Vestía un sencillo vestido de muselina, se había deshecho el elaborado peinado de fiesta, y ya no llevaba el rostro empolvado: tenía un aspecto de despreocupada belleza juvenil.
—¿Dónde estabas? —rugió él mientras la agarraba por la cintura y la estrechaba contra él.
—Yo…
Sasuke silenció su respuesta con un beso. Ella reaccionó primero con tensión, pero luego se abrió para él. Uchiha emitió un rugido cuando el embriagador sabor de Elizabeth inundó su boca. Sus labios, feroces y dulces al mismo tiempo, siempre lo habían vuelto loco.
Se oyó un golpe y Sasuke se separó de ella un momento para buscar el origen del sonido. A sus pies había un pequeño libro encuadernado con piel roja.
—¿Vas a devolver el diario de Haruno?
—Sí —contestó ella con una voz temblorosa que denotaba su nerviosismo.
Cuando contempló el libro que descansaba en el suelo, Sasuke notó que una repentina oleada de celos se despertaba en su interior.
Sakura llevaba el apellido y había estado unida físicamente a otro hombre. Para su disgusto, debía admitir que esa certeza todavía le hacía daño. Él no era un estúpido joven enamorado que anhelaba con egoísmo el cariño de una doncella.
Pero se sentía como si lo fuera.
Sasuke entrelazó sus dedos con los de Sakura y la llevó al dormitorio.
—He venido lo más rápido que he podido —explicó con timidez.
—Mentirosa. Seguro que has dudado aunque sólo haya sido durante un momento.
Ella sonrió y a él se le endureció todo el cuerpo.
—Quizá un momento —concedió.
—Y, sin embargo, has venido.
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SUPLICAME
RomanceEsta historia NO es mía es una adaptación Ni los personajes me pertenecen