Chesterfield Hall era una inmensa propiedad ubicada a una buena distancia de la mansión más cercana y muy diferente de la casa que Sasuke tenía en la plaza Grosvenor de la ciudad. Éste entregó su sombrero y los guantes al lacayo que aguardaba, ataviado con la librea de la familia, y siguió al mayordomo hasta el salón principal.
Que eligieran esa estancia para recibirlo suponía un desaire que no pasó por alto. Tiempo atrás, le habrían acompañado al piso de arriba para acogerlo casi como a un miembro de la familia. Ahora ya no lo consideraban digno de ese privilegio.
—El conde de Uchiha —anunció el sirviente.
Sasuke entró y se detuvo en el umbral de la puerta para echar un vistazo a la habitación:
sus ojos se detuvieron con interés en el retrato que colgaba encima de la chimenea. La difunta condesa de Uzumaki le devolvía la mirada con una adorable sonrisa en los labios y unos ojos tan esmeralda como los de su hija. Sin embargo, los de lady Mebuki reflejaban confianza, y el suave brillo que
proyectaban era el de una mujer satisfecha con su destino. Sakura había vivido durante muy poco tiempo la clase de felicidad que los padres de Sasuke habían disfrutado toda la vida. Por un instante, el arrepentimiento trepó por su garganta como si fuera bilis.Años atrás había jurado dedicar su vida a conseguir que Sakura se sintiera igual de feliz. Y ahora sólo anhelaba saciar sus deseos y liberarse de aquella maldición.
Apretó sus dientes e hizo un esfuerzo por olvidar aquellos dolorosos recuerdos.
Entonces vio, junto a la ventana, la voluptuosa figura que atormentaba sus
pensamientos día y noche. El mayordomo cerró la puerta y Sasuke estiró el brazo hacia atrás y echó el cerrojo.Sakura estaba de pie y contemplaba el jardín lateral de la mansión.
Llevaba un sencillo vestido de muselina y, a la luz del sol, parecía tan joven como cuando se habían conocido. Al verla, todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo se pusieron alerta. Después de sus muchos escarceos amorosos, aún no había encontrado a otra mujer que le atrajera con tanta intensidad como Sakura.
—Buenas tardes, lord Uchiha —dijo ella con un suave tono de voz que evocaba noches de sábanas revueltas. Posó la mirada sobre la mano de Sasuke, que seguía en el pomo de la puerta—. Mi hermano está en casa.
—Me alegro por él.
Sasuke cruzó la alfombra de Aubusson en pocas zancadas y se llevó los dedos de lady Haruno a los labios. Su piel tenía un tacto exquisito y desprendía una fragancia muy excitante. Sacó la lengua para deslizarla por entre sus dedos y observó cómo a ella se le dilataban las pupilas y se le oscurecía el iris. Entonces posó la mano de Sakura sobre su corazón.
—¿Ahora que ha concluido tu período de luto vas a volver a tu casa?
Ella entrecerró los ojos.
—Eso te facilitaría mucho las cosas, ¿verdad?
—Si disfrutáramos de un entorno más privado resultaría mucho más sencillo
compartir el desayuno en la cama y organizar encuentros ilícitos por las tardes —respondió con soltura.Sakura recuperó su mano y le dio la espalda.
Él reprimió una sonrisa.
—Teniendo en cuenta lo mucho que me desprecias —murmuró ella—, me cuesta mucho comprender que quieras intimar conmigo.
—La proximidad física no tiene por qué implicar intimidad.
Sakura movió los hombros bajo su cascada de pelo negro.

ESTÁS LEYENDO
SUPLICAME
RomanceEsta historia NO es mía es una adaptación Ni los personajes me pertenecen