23

1.2K 95 6
                                    

—Estás preciosa.

Hinata se sonrojó.

—Cielo santo, Sakura. ¿Cómo puedes decir eso? Debo de tener un aspecto
horroroso. Desde que el niño nació aún no he podido dormir una noche entera,
tengo el pelo despeinado y estoy…

—Radiante —la interrumpió Sakura.

Hinata sonrió mirando a su hijo con adoración.

—Jamás pensé que se podría amar tanto a alguien como quiero a este bebé.—Se dirigió a Sakura que estaba junto a la puerta—. Te darás cuenta cuando tú
y Uchiha tengáis hijos.

Sakura asintió con tristeza y alargó el brazo para coger el pomo de la
puerta.

—Te dejaré para que puedas alimentar a mi sobrino.

—No tienes por qué marcharte —protestó Hinata.

—Ayer llegamos tan tarde que sigo estando muy cansada. Echaré una
pequeña siesta y luego vuelvo.

—¿Dónde está lord Uchiha?

—Ha ido a ocuparse de algunos asuntos. Espero que vuelva pronto.

—Está bien. —Hinata asintió—. Regresa cuando estés más despejada, añoro la compañía femenina.

Sakura se retiró a su dormitorio bostezando y con el corazón lleno de
angustia. Había visto a Sasuke preocupado.

A pesar de lo mucho que él se había
esforzado por negarlo, ella estaba segura de que algo no iba bien.

Se detuvo en el pasillo y frunció el cejo frente a su dormitorio, al darse
cuenta de que la puerta estaba entreabierta.

Entró con cautela y descubrió a una
silueta familiar registrando los cajones de su escritorio.

El hombre se volvió hacia
ella y Sakura se quedó helada al ver el cuchillo que tenía en la mano.

Tragó saliva con fuerza y lo interrogó:

—¿Qué está haciendo, señor Sai?

🐍🌸🐍🌸🐍🌸🐍🌸🐍🌸🐍🌸🐍🌸🐍🌸

Sasuke se sobresaltó al oír el disparo, a pesar de que seguía paralizado por el
dolor.

Kiba se convulsionó y abrió los ojos con estupor, mientras una mancha
carmesí le encharcaba el chaleco y empezaba a extenderse desde el agujero que
se había abierto en su pecho.

Se tambaleó y, después de perder el equilibrio por
completo, se desplomó, obligando a Sasuke a rodar por el suelo para apartarse.

Estaba muerto.

Sasuke estaba rodeado por un tumulto espeluznante y se puso en pie para
observar con atención la pelea que se había organizado.

Una docena de hombres, todos desconocidos para él, luchaban a muerte.

Levantaban tanto polvo en el
camino, que se sentía asfixiado y con un molesto picor en los ojos.

El acero chocaba en macabra cacofonía y, como su brazo derecho estaba todavía en
perfecto estado, Sasuke desenvainó la espada a la velocidad del rayo y se
preparó para defenderse.

—Agáchate.

Se dio media vuelta con la espada en alto y se encontró frente a frente con Itachi St.

—No estás en condiciones de pelear —le dijo el pirata con sequedad mientras
se deshacía de una pistola humeante e inservible.

—¿Cuánto tiempo hace que Sai y Kiba trabajan para ti?

SUPLICAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora