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Sakura se despertó al sentir el contacto de una piel húmeda contra su espalda y unas cálidas manos que se paseaban por su cuerpo: una se había enroscado en su pelo y otra le acariciaba el muslo.

Los dedos de sus pies se habían encogido, sus pezones estaban duros y todo su cuerpo en estado de alerta, aunque su mente estaba aún adormilada, gimoteó.

Sasuke se había ausentado durante horas, no había aparecido en toda la tarde y tampoco volvió por la noche.

Ella había llorado hasta quedarse dormida, a pesar de haber jurado no volver a hacerlo jamás.

Sentirlo y olerlo a su lado era un bálsamo y un castigo al mismo tiempo. Su pene, duro y caliente, se había enterrado en el valle que había entre sus nalgas, como una silenciosa promesa de sus amorosas intenciones.

—Calla —le dijo él con suavidad mientras le rozaba el cuello con la boca y dejaba que su pelo húmedo enfriara la piel de Sakura, repentinamente febril.

Luego le agarró la cara interior del muslo y le separó las piernas para deslizar sus yemas por los rizos de su sexo.

Sus caricias eran suaves, persuasivas, volvía a ser el amante que tanto había deseado y no el feroz y posesivo marido que la había penetrado la noche anterior.

Con una habilidad nacida de la práctica y el conocimiento mutuo, Sasuke le abrió los labios de la vagina con sus respetuosos dedos, al tiempo que le acariciaba el clítoris, consiguiendo que el placer que sentía Sakura resultara casi insoportable. Ella se arqueó desesperada contra su durísimo cuerpo.

—Mi mujer —le susurró él, mientras le pasaba la lengua por la oreja y permitía que su cálido aliento le humedeciera la piel—. Siempre ardiendo, desnuda en su cama y a la espera de mis atenciones.

Acarició la suavidad de su sexo y luego se internó en sus empapadas paredes a su antojo. Dentro y fuera, con un solo dedo.

Lejos de ser bastante como para satisfacerla, pero suficiente como para hacerla suplicar de deseo.

—¡Sasuke!

Sakura forcejeó para darse media vuelta y conseguir lo que quería, pero él la agarró con fuerza y la inmovilizó.

—Relájate y conseguiré que vueles.

Sakura reprimió un temblor que recorrió todo su cuerpo cuando notó que él unía un segundo dedo al primero. Entonces el húmedo sonido de sus profundas embestidas se hizo más fuerte que sus propios gemidos y ella abrió un poco más la pierna.

Él le tiró del pelo y arqueó su cuello hacia atrás.

Ella volvió la cabeza y buscó su ávida boca para enredar la lengua con la suya, empujada por un frenético deseo.

La impaciencia de Sakura estimuló la
suya y destruyó su rígido control. El cambio fue tangible: su cuerpo se tensó tras el suyo, su miembro se hinchó todavía más y Sasuke empujó sus caderas hacia delante.

Sakura jadeó mientras él le acariciaba el clítoris con el pulgar y potenciaba su sufrimiento. Notó el acelerado vaivén de su pecho en su espalda e intentó atrapar con su boca las ásperas exhalaciones de Sasuke.

Ella tenía la piel cubierta de sudor y empezó a cabalgar sobre sus dedos con mayor urgencia.

—¡Por favor! —gritó mientras se contraía alrededor de sus dedos camino alnorgasmo—. Te necesito.

Sasuke se cambió de postura y liberó su mano para coger con ella su miembro e internarse en sus recovecos.

Los dedos de Sasuke, empapados en sus
fluidos, la agarraron de un pecho y le pellizcaron el pezón, mientras él se metía
más profundamente con su gruesa y palpitante posesión.

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