~La señorita~

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<<A veces la vida nos arrebata a alguien pero esa misma nos compensa con otra>>

Amely se había ido del ventanal asustada, nunca ha sido buena para hacer amistades... bueno antes si lo era pero ahora no. Desde qué pasó todo lo de su madre se ha vuelto muy cerrada. En el colegio siempre se la pasaba junto a sus hermanos, claro que solo podían estar juntos en la hora de comer o cuando ya no tenían clases. Ellos eran dos años mayor y por ende iban en diferente grupo. En las clases cuando se encontraba sin ellos jamás hablo con nadie le daba mucha vergüenza. Aunque recuerda un joven de su curso intentó entablar una conversación con ella, se asustó así que le dio un golpe en su entrepierna y salió corriendo.

Se dirigió a sentarse otra vez a la barra, donde lo más seguro era que se quedaría por un gran rato.

—Que bueno que regresas mocosa.—le dijo el señor barbón cuando la vio.

—¿Que necesita, señor Dumbledore?.—preguntó amablemente la rubia.

—Es hora de que comas.—dijo Aberforth.—Toma, comételo todo.

La cuarta de los Dumbledore asistió y empezó a comer su comida (en verdad Aberforth no cocinada rico) Se lo comía todo porqué juro nunca desperdiciar la comida. Cuantas veces murió de hambre y deseaba tener cualquier cosa para comer.

—Dime mocosa.—habló su tío, recargándose en la barra limpiando un vaso con un trapo.—¿Cuantos años tienes?.

—Catorce años, Señor Dumbledore los cumplí en Abril.

—Esta bien sigue comiendo.—contesto Aberfoth.

Amely comía, mientras observada el lugar. Era una taberna muy interesante.

—Señor Dumbledore.—habló Amely.

—Ahora que quieres.—contesto de mala gana.

—Me puedo ir a mi habitación, Señor Dumbledore.—le pido  dándole una diminutiva Sonrisa.

Le estaba dando miedo la taberna. Habían personas tomadas; se veía que se ponía como su madre y eso le causaba pánico. Además habían señoras extrañas, que andaban paseándose de un lugar a otro con hombres. Una cosa que se le hizo extraño es ver entrar a una mujer a la misma habitación como más de diez vez y lo raro era que lo hacía con diferentes hombres, ¿que harán en ese lugar?. Le daba curiosidad pero también miedo así que era mejor no averiguarlo.

—Vete y no salgas.—dijo Aberfoth, sabía que su pub, ya estaba empezando a ser no actos para menores.

La rubiecita se fue junto a su fénix a su habitación.
Agarró su diario tenía que contarle a Andrew lo que vivió.

Se sentó en su escritorio y sin más se puso a escribir.

Hermano no sabes hoy conocí a una señorita que se parece a mi, no se quien sea pero es muy bonita creo que es obvio es porque es idéntica a mí. Mi tío se enojo conmigo, porque entre sin permiso (lo sé no me regañes) creí que me regañaría o castigaría como lo hacía mamá, estaba esperando un azotamiento de su parte, pero no hizo nada. Solo me dejo sentada por mucho tiempo en una silla hasta que se entumió el trasero.
Le pedí permiso para pararme y ¿que crees? Vi a un joven que tiene ojos muy preciosos son grises y algo en mi me dijo que ya los había visto antes. Sentí algo en mí era una sensación muy bonito. La verdad huí del ventanal cuando me sonrió entre en pánico no sabía que hacer. Sabes haber conocido al joven es lo de menos... Hoy cuando comía el señor Dumbledore por fin me habló y no fue solo para ordenarme algo o darme de comer, me pregunto mi edad, se que fue mucho para él, creo que no le agrado y no se porque pero a mi si me agrada. Me da confía y en verdad lo quiero aunque sea gruñón.

𝚂𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚑𝚊𝚜 𝚜𝚒𝚍𝚘 𝚝úDonde viven las historias. Descúbrelo ahora