Obsesión Prohibida

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<<Eres el nuevo deseo prohibido que más placer me da>>


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9-diciembre-1978

El día de tu boda es el día más feliz o el que más has deseando.

Algunas jóvenes, idealizan ese día desde muy chicas, se imagina o crean escenario de la boda de sus sueños. Esperan con tantas ansias el momento de que se haga realidad y poder estar a punto de darle el: Sí, acepto. A esa persona que amas y con la cual quieres pasar el resto de su vida.

Amely Dumbledore, no era la excepción.

Desde niña siempre se imaginó ese momento, en que sería la mujer más feliz, por estar a nada de entregar su vida con ese ser que ella había elegido para querer formar un hogar. Ahora estaba a punto de cumplir ese sueño. Pero, no era el día más feliz de su vida.

Ella ya había elegido a la persona que quería para compartir este momento. Sin embargo, el destino fue muy cruel, que decidió mandarle a otra persona.

Hoy esta a punto de darle el: Sí. A alguien que no ama.

—Te ves muy hermosa, Amely —dijo Tina Scamander a su costado observándola en el espejo de cuerpo completo donde se reflejaba la rubia.

—Gracias —respondió sin ánimos, y sin despejar la vista del espejo al cual se veía con su vestido de novia.

Alice, suspiro al ver la actitud de su amiga, se acercó a ella y se colocó en el otro costado de Amely.

—Ya tienes la actitud de tu futuro esposo —bromeo, con el objetivo de sacarle una sonrisa a su amiga. La cual, si consiguió.

—Algunos dicen que el carácter de tu pareja se contagia... Aún estoy esperando que la paciencia de Newt, se me contagie, no pierdo las esperanzas.

—Usted quiere que se le contagie el carácter de su esposo, y yo deseo que a Amely, no se le pegue.

Amely Dumbledore rio levemente. Alice le alegraba un poco el día y Tina le daba tranquilidad.

—Aquí esta lo que faltaba —entro a la habitación Queenie Kowalski, con un pequeño ramo de flores entre sus manos— Intente elegir el mejor.

Amely volteo a ver a la señora Kowalski— Muchas gracias, es muy bonito.

La amable mujer rubia le dio una cálida sonrisa a la joven. Le entrego en ramo mientras que le acariciaba la mejilla tiernamente.

—Todo estará bien, linda.

Como si le hubieran leído la mente, la mujer rubia le dijo esas palabras que quería oír: Todo estará bien. Aunque sabia que no. No era Sirius, con el cual estaría en un rato parada frente el altar. Quería un abrazo.

—Tina, abrázala —ordeno Queenie después de que leyó los pensamientos de la joven. Ella lo haría gustosa, pero su hermana ha estado más cerca de ella.

𝚂𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚑𝚊𝚜 𝚜𝚒𝚍𝚘 𝚝úDonde viven las historias. Descúbrelo ahora