«En mi muy humilde opinión, los hombres nacen con un gran dote de estupidez y otro poco de insensatez»
—No sabes cuanto te extrañe —ronroneo Sirius en el cuello de Amely.—Y no sabes cuanto se notó —contesto Amely sarcástica, intentado desheredar su cabello con ayuda de sus dedos.
Sirius Black sonrió como un idiota, o eso pensó Amely en ese momento. Estaba molesta con ese hombre, así que todo lo que haga, para ella será ridículo.
—Tu padre es el único culpable, no te desquites conmigo, preciosa. Él me mando lejos de ti y de todos.
Desde hace más de tres semanas Amely no había visto a Sirius Black. La primera semana en que no supo nada de él, se preocupó, y tuvo que ir a averiguar su paradero con sus amigos, y ahí, lo supo. Sirius andaba en una misión a la cual Albus Dumbledore lo había encomendado junto a otros miembros de la Orden de Fenix. Enterándose el porqué de su ausencia, no se molestó, sino hasta que pasaron los días y no supo todavía nada de él. Ella sabía que estaba bien y que si se comunica, pero con otras personas que no fueran la mujer que dice amar. Eso fue lo que hizo enfurecer a Amely.
—Pudiste mandarme una carta.
—No podía, mi amor —dijo Sirius mientras le esparcía cortos besos por el brazo.
Amely se sintió todavía más molesta. Sirius seguía mintiéndole, y era en su propia cara
—Y a James si podías —Le alejó su brazo, para que dejara de hacer cosas que la distrajeran de su tema principal.
Sirius la miro perplejo, no esperaba que le dijera eso.
—¿Te dijo que le mande cartas?
—Hasta leí una.
Al no saber nada de él, es obvio que Amely se preocuparía por cómo se encontrará. Ella no soporto la angustia, en la que por un mes no hubo una señal de Sirius. Por ese motivo tuvo que requerir a James Potter. Una tarde en la que se pudo escapar de su casa, se encontró con el azabache. Cuando le contó el motivo por el cual se reunieron, James sonriendo despreocupado, dijo: «Canuto esta bien, rubia. Me ha mandado una carta hace tres días. Si quieres te la traigo para que la leas.»
—A tu amigo le escribiste un pergamino entero de ambos lados, y a mí, ni siquiera un: «Estoy con vida, Ly» o solo mi nombre. Eso me hubiera asegurado varías noches para dormir tranquila.
—Discúlpame. No lo volveré hacer —Le acaricio la mejilla con ternura.
Amely le quito la mano de su mejilla con brusquedad. Continuaba enojada. Puede que este exagerando, pero saber que no la tomó en cuenta para comunicarse la hizo sentir como alguien sin importancia en la vida de Sirius.
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𝚂𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚑𝚊𝚜 𝚜𝚒𝚍𝚘 𝚝ú
RandomDespués de haber sufrido tanto, Amely Dumbledore, al fin podía ser feliz, su vida había cambiando por completo, ahora estaba rodeada de personas que la quería, tenía a su familia, amigos y estaba conociendo el amor. Todo era mágico y hermoso. Pero s...