<<Pecador debería ser aquel que se niegue tanto al deseo carnal>>
Severus Snape aseguraba que de casado su vida cambiará. Ahora tendría compañía y ruido en su casa; pero al parecer estaba equivocado. Creía que al llegar a casa su esposa lo recibiría o si quiera ella y la elfa estuvieran haciendo uno de sus muchos escándalos, sin embargo desde hace un mes, nada de eso ocurre, llega a su casa y hay un jodido silencio, uno que ya no estaba tan acostumbrado.
¿Para qué demonios se casó si nadie va a estar con él?
Quien diría que algún día, estaría necesitado de que una persona estuviera allí acompañándolo.
Después de haber estado charlando un rato y tomando algunas copas de whisky con su amigo, Lucius Malfoy, decido regresar temprano a casa, para charlar con Amely o estar mirándola lujuriosamente —cosa más segura que hará—, pero para su sorpresa —no tan sorpresa—, no está Amely en casa. Ha gritado su nombre como de costumbre al entrar y no habido respuesta. Y lo peor, es que ni la elfa ojona estaba en casa. Solo aquel pajarraco que le pertenece a su esposa, esa bestia alada, parece odiarlo, siempre lo ve con unos ojos juzgadores; una vez lo trato de tocar y lo picoteo... bueno, le hace honor al nombre de Picotes.
Para cenar tiene que esperar a la señora Snape así que tiene tiempo para relajarse o ir a tomar más.
La mejor opción, por supuesto que era relajarse, estos últimos días ha estado muy estresado con la insistencia de Voldemort de convertir a Amely en una de ellos, cosa que jamás pasara y tiene que seguir mintiendo.
Lo mejor es que por hoy deje su mente en blanco y deje de pensar en el señor tenebroso y en que está casado con la cucaracha rubia.
Se dirigió al segundo piso, donde se encuentra su habitación, sin embargo no logró ingresar a su recámara. La puerta de enfrente estaba semi-abierta. Es algo sospecho, por que Amely siempre que sale deja su puerta muy bien sellada, ya que al parecer no confía en él y piensa que ingresara a revisar sus cosas... claramente, sí haría eso, una vez lo intento.
La curiosidad es una tonta debilidad. No puede resistir a aquella sensación de descubrir o investigar cosas. Con disimulo y sumó cuidado asomo su cabeza en el pequeño espacio descubierto de la puerta. Estaba violando la privacidad dada a su mujer; capaz ella estaba haciendo algo, como durmiendo o cambiándose de ropa y él sin querer, la pudiera ver desnuda —cosa que está mal—, eso sería algo grave... ¿A quien engaña? Sería un poco maravilloso verla de tal forma.
Para suerte o para desgracia, Amely no se estaba desnudado en medio de su habitación. Debía de dejar de ser un miro y marcharse a su recámara, no obstante, la curiosidad volvió a persuadirlo a hacer algo mal.
Sus oídos, escucharon el agua de la regadera chocar contra la loza.
Amely se estaba bañando.
Sus pies se movieron solos hacía la puerta del baño. Iba buscando bronce y terminó encontrado oro.
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𝚂𝚒𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚑𝚊𝚜 𝚜𝚒𝚍𝚘 𝚝ú
RandomDespués de haber sufrido tanto, Amely Dumbledore, al fin podía ser feliz, su vida había cambiando por completo, ahora estaba rodeada de personas que la quería, tenía a su familia, amigos y estaba conociendo el amor. Todo era mágico y hermoso. Pero s...