Capítulo 2. Demasiado bueno para ser verdad

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De camino a su "nuevo hogar".

Mirando el trayecto por la ventana, no pudo evitar pensar en su familia, durante toda la ceremonia sus padres se veían preocupados por su repentina decisión de casarse con aquel hombre

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Mirando el trayecto por la ventana, no pudo evitar pensar en su familia, durante toda la ceremonia sus padres se veían preocupados por su repentina decisión de casarse con aquel hombre... afortunadamente pudo convencerlos haciéndoles creer que era por amor.

Charles le increpa con el ceño fruncido.

— Quita esa cara larga, más te vale que no te comportes de forma que hagas pensar a mis hijos que puedes traicionarme en cualquier momento.

—  Sí, por supuesto — dice lo que quiere oír, aunque por dentro —. «No llevo ni 10 minutos casada con él y ya estoy segregando litros de bilis».

No estaba acostumbrada a ese trato. Desde pequeña, Annya fue amada y protegida, educada correctamente sin ser presumida o mimada, aprendió a ser empática con otros, no obstante, era firme, justa y perspicaz a la hora del trabajo, la percepción que se tenía de ella era la de una chica responsable y cortés.

Pensó que su vida siempre sería así, y que algún día se casaría con un hombre maravilloso que amaría con locura, tendría hijos y una existencia armoniosa y pacifica...

¿Quién diría que todo se iría al caño al encontrarse con el multimillonario Charles Hamilton?

(Flashback)

Se conocieron en una fiesta de sociedad a la que su padre la llevó, estaba descansando en un balcón apartado, ya harta de tanto muchacho intentando cortejarla, pero no se podía evitar, necesitaba estar allí porque su empresa familiar estaba en pel...

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Se conocieron en una fiesta de sociedad a la que su padre la llevó, estaba descansando en un balcón apartado, ya harta de tanto muchacho intentando cortejarla, pero no se podía evitar, necesitaba estar allí porque su empresa familiar estaba en peligro, solo asistió por negocios, sus problemas le impedían disfrutar el panorama.

Se conocieron en una fiesta de sociedad a la que su padre la llevó, estaba descansando en un balcón apartado, ya harta de tanto muchacho intentando cortejarla, pero no se podía evitar, necesitaba estar allí porque su empresa familiar estaba en pel...

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—  Buenas noches, señorita.

Una voz profunda le hizo girarse, se trataba de un hombre maduro, bien trajeado, atractivo, pero algo en sus ojos azules no le daba buena espina.

—  Buenas noches — saludó solo por educación.

No le gustaba la presencia de ese sujeto así que hizo amago de regresar al coctel, de repente, unas palabras inesperadas la asaltaron.

—  ¿Se va tan pronto sin lograr su objetivo, Annya Lawrence?

—  ¿Que? ¿Cómo sabe mi nombre si ni siquiera lo conozco?... ¿Y a qué se refiere? — interrogó exaltada de que aquel desconocido le sacase eso de la nada.

—  Tranquila, no soy del todo un extraño, mi nombre es Charles Hamilton, en realidad tengo nexos con tu familia, o más bien tenía, siempre tiendo a estar actualizado sobre mis socios, y al enterarme de las polémicas ocurridas dejé de hacer negocios con tu padre ya que su empresa está en la cuerda floja, sería una mala inversión mantener lazos con él.

—  Y qué si lo sabes y ya no quieres trabajar con nosotros, igual saldremos adelante, o qué, ¿estás aquí para burlarte? — repeló.

Su rostro maduro denota que no le gusta cómo le ha hablado, pero mantiene la compostura y continúa expresándose con elocuencia.

—  Vamos, no seas tan agresiva, a decir verdad, estoy aquí para arreglarte la vida.

Annya le miró incomprensible, debido a su silencio, Charles decidió ser más directo.

—  Mira, tu familia necesita de mi para solucionar los problemas de su empresa, y yo necesito una nueva esposa, es un ganar-ganar para ambos.

—  ... pe-pero... e-eres muy viejo para mí...— tartamudeó estupefacta ante la propuesta.

—  Y tú muy pobre, pero me las estoy arreglando con lo que puedo, realmente necesito a alguien que se comprometa a ser obediente y leal, buscar a alguien más sería tedioso, aunque no imposible.

—  «Que antipático» — pensó.

—  Coteja pros y contras, y cuando te decidas, llámame— le ofreció una tarjeta de color negro, impresa con números y letras dorados, denotando lo importante que era la persona presentada en ella —. Espero tu respuesta en tres días, de no aceptar buscaré a otra.

Charles se retiró sin decir nada más, no la presionaría o tentaría endulzándole el oído, estaba perfectamente al tanto de que tan jodida era la situación de esa bella joven, y como una araña tejiendo su trampa para atrapar a su presa, dejaría que ella sola se enredase sin posibilidad de escapar.

Sabía que terminaría aceptando, y que no se negaría ante ninguna de las condiciones del matrimonio, ya que al final la que más tendría que perder sería ella, le puso un cebo tan tentador que nadie en su sano juicio podría despreciar

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Sabía que terminaría aceptando, y que no se negaría ante ninguna de las condiciones del matrimonio, ya que al final la que más tendría que perder sería ella, le puso un cebo tan tentador que nadie en su sano juicio podría despreciar.


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De vuelta al balcón.

Annya cabizbaja se quedó mirando aquella tarjeta, la oferta en la mesa era una de esas cosas que sonaban demasiado buenas para ser verdad, debía pensarlo cuidadosamente, el destino de su familia recaía sobre su decisión

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Annya cabizbaja se quedó mirando aquella tarjeta, la oferta en la mesa era una de esas cosas que sonaban demasiado buenas para ser verdad, debía pensarlo cuidadosamente, el destino de su familia recaía sobre su decisión.


Sobrevivir al matrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora