Desperté abrazada al chico con el que he estado compartiendo la cama los últimos dos meses, estaba tan calientita entre sus brazos que no quería levantarme.
Si el día de mi boda alguien hubiese dicho que terminaría enredada con mi hijastro, me hubiese reído u ofendido.
A decir verdad, no es que no supiera que Keith intentaba coquetearme, de hecho me negaba a aceptarlo, el chico que consideraba un respetuoso caballero, resulto ser un cínico, travieso e irreverente muchacho.
Inició con un toque por aquí y por allá, saludos y despedidas con besos castos, actitud amable, cordial y un trabajo excelente. Una noche nos quedamos hasta tarde trabajando, nada nuevo, supongo que me veía muy cansada porque me llevó café, no sé en qué momento me perdí, cayendo dormida, cuando recobré el conocimiento ya casi amanecía.
Él también se había dormido, estaba con sus brazos recargados en la mesa, y pude apreciarlo perfectamente, en verdad era muy guapo, sus facciones eran finas, pero eso no le quitaba lo varonil, al contrario, le sumaban más encanto, me quedé absorta en su persona y sus labios me llamaban, sin pensarlo me estaba acercando mucho a su rostro cuando repentinamente abrió sus ojos azules. Yo me asusté y casi me caí de mi asiento. Se talló los ojos como un niño pequeño y me observó en pánico, soltando una risita.
—¿Estás bien?
No sé por qué, pero parecía que ese mocoso se estaba burlando de mi (olvida que ella solo es dos años mayor que él).
— ¿Eh?... emmm... s-sí...
Con mi corazón golpeando al punto de la taquicardia, traté de ocupar la mente en otra cosa, para poder lidiar con la pena de casi ser descubierta, cuando me di cuenta que me quede dormida sin terminar el trabajo, del cual tendríamos junta... ¡HOY!
— No puede ser... ¡NO TERMINÉ DE DETALLAR EL MATERIAL DE LAS VERSIONES BETA! ¿QUÉ HAGO? ¿QUÉ HAGO?
Estoy en medio de un ataque de histeria y no muy lejos de un colapso nervioso.
— Tranquila...
— ¡CÓMO VOY A TRANQUILIZARME!
Y mientras revisaba que me faltaba noté que ya estaba todo terminado.
— Lo siento, insolentemente lo hice en tu lugar.
Sé que éste no es trabajo para un estudiante y nunca lo dejé a cargo de las cosas importantes, pero, resulto que hizo todo correctamente, sin ningún error, ¿por qué se estaba disculpando?... Y pensé, «esto es lo más bonito que alguien ha hecho por mí».
— Tal vez debas regresar a casa y descansar, yo me prepararé para la junta.
— Está bien.
Se acercó a mí, yo pensé que solo iba a despedirse, pero...
... ME BESÓ.
Con una mano me sujetó de la cintura y con la otra sostuvo mi nuca para evitar que huyera, quien diría que ese chico besase tan bien, los masajes que su lengua le hacía a la mía estaban nublándome el juicio... me gustó más de lo que puedo reconocer, y justo cuando me estaba quedando sin aire, me soltó.
Me hice hacia atrás pegándome a la pared como si su contacto quemara, obviamente reclamándole.
— ¡¿Cómo te atreves?, soy tu madrastra!
— Eso no te importó hace poco, fuiste tú quien lo intentó primero— me dio una mirada pícara, luego tomó sus cosas y se fue.
¡Mierda¡, lo supo desde el principio, ¿con que cara lo iba a seguir viendo?
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Después de ese incidente creí que no volvería a pasar... craso error, porque el descarado me robaba besos cada vez que no había nadie cerca, y no conforme con eso sus acciones comenzaron a escalar, aun así, nunca llegábamos hasta el final, cosa que me frustraba...
¡¿Acaso no era lo suficientemente atractiva? A este paso le voy a saltar encima, y para complicar las cosas, inesperadamente mi mejor amigo se enteró de esto.
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Sobrevivir al matrimonio
RomanceUna boda por contrato con un magnate que le dobla la edad, y un hijastro que intentará seducirla para deshacerse de ella. Romance, traición, intriga, crimen, desesperación... ¿Podrá Annya sobrevivir a una guerra familiar?