De regreso a esa mañana donde no quería levantarse, muy cómoda en ese departamento de soltero que el ojiazul mantenía en secreto hasta de su hermana, Annya sonrió al rememorar el hermoso recuerdo de su primera vez con Keith, después de aquello simplemente dejaron las inhibiciones y se dedicaron a darse amor, porque ella eso daba, se estaba enamorando de ese increíble niño, aunque contemplándolo dormir, no podía seguir viéndolo como un mocoso, tenía que aceptar que era todo un hombre.
Antes tuvo relaciones sexuales y noviazgos comunes, cosa que nunca duraron porque sus estudios siempre fueron primero, esforzarse por ello era la única manera de estar cerca de sus padres y nunca sintió una conexión tan especial o tanto deseo con alguien, hasta ahora. Estiró su brazo a la mesita de noche y checó la hora en el teléfono.
— Son siete treinta, hoy entro las nueve — se dijo entre bostezos, con voz baja para no despertar a su compañero.
Por fin se desperezó, estirándose, se paró y se fue a duchar, siendo acompañada de imprevisto por Keith, amándose entre la calidez del agua, se arregló y posteriormente fue recibida por un desayuno hecho por su pareja.
— «Si esta mañana es un sueño, no quiero despertar»— pensó para sí, muy sonriente al ver las delicias que su amante le ofrecía.
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Keith la llevó en su automóvil, al llegar al estacionamiento de LTec, el joven entró en el edificio mientras ella se encontró con Marine, quien le dio su teléfono prometiéndole que lo había llevado a donde ordenó y exponiéndole la preocupación sobre su interés amoroso.
— Señora, me angustia pensar que pasara si su esposo se llega a enterar de la relación que ahora sostiene con su hijastro.
— A mí también, pero sabes que, no le debo nada, perdió derecho a cualquier cosa el día que abusó de mí.
— No es una cuestión de moralidad, es por seguridad, ese hombre es terrible, no creo que tenga piedad ni siquiera de sus propios hijos.
— Lo sé, por eso he sido tan cuidadosa.
En verdad era así, por eso tenía dos celulares, el blanco se lo consiguió Dylan bajo su nombre y cada que salía con Keith se lo pedía a su amigo, así no quedaban registro de llamadas o mensajes y tenía forma de comunicarse con Marine en caso de cualquier cosa.
El teléfono negro, por otra parte, se lo había regalado su esposo, gracias a su guardaespaldas y su amigo, descubrieron que tenía un rastreador que actuaba aún si la función de "ubicación" no estaba activada; ese se lo dejaba a Marine quien lo situaba entre la empresa, la mansión y los lugares a donde iba con Cassie y en base a eso hacia sus reportes, de esta manera su esposo solo sabía lo que ella permitía.
— No te preocupes, en cualquier caso, no dejaré que lo sepa.
Lo último que deseaba era exponer a alguno de ellos a la ira de Charles.
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Los tortolos estuvieron tranquilos y felices por otro par de meses más, hasta que un día iban saliendo de la oficina de Annya muy sonrientes después de una sesión de besos.
Al cruzar la puerta, Annya fue la primera en ver con espanto a su esposo acercándose por el pasillo, empujando a Keith de vuelta al lugar antes de que el hombre lo viera y cerrándole la puerta en las narices, gritando en voz alta el nombre su esposo para advertirle indirectamente que no saliera a encontrarse con él.
— ¡Charles! ¿Q-qué haces aquí?
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Sobrevivir al matrimonio
RomanceUna boda por contrato con un magnate que le dobla la edad, y un hijastro que intentará seducirla para deshacerse de ella. Romance, traición, intriga, crimen, desesperación... ¿Podrá Annya sobrevivir a una guerra familiar?