Capítulo 29. Cobardía

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Pasó mes y medio, Annya estaba menos atareada que antes, los últimos toques para terminar los productos estaban casi listos, a pesar de eso, Cassie la vio algo decaída, desde hacía un rato ya había terminado la tarea y estaba buscando un pretexto para hablar con ella, quería darle su regalo del día de las madres. Era cierto que se celebró un día antes, y le invitó una suntuosa cena, pero no pudo dárselo por pena, ¿y si no le gustaba?... bueno, el que no arriesga no gana.

— A-Annya...

— ¿Sí?

La niña estaba muy nerviosa.

— Emmm... e-este... bueno... me gustaría que veas ¡ESTO!


Le extendió un papel especial donde había pintado con acuarelas una imagen que las representaba a ambas, junto con un listón azul que decía primer lugar

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Le extendió un papel especial donde había pintado con acuarelas una imagen que las representaba a ambas, junto con un listón azul que decía primer lugar.

—  Qué bonito, ganaste el primer lugar.

—  ¡No!, bueno sí, pero... en realidad quería regalártelo por el día de las madres... sé que fue ayer... lo hice pensando en ti y quizá no sea la gran cosa...

Mantenía la cabeza gacha, no podía ver la expresión de Annya, y como ésta se quedó en silencio pensó que le desagradó, por lo que se entristeció.

—  D-debe ser insultante que te de algo tan barato... lo sien-

Antes de que terminara de disculparse, fue repentinamente abrazada.

—  Qué estás diciendo, como algo dado con el corazón puede ser barato o insultante, al contrario, me siento feliz de que me consideres parte de tu familia y me tengas en cuenta.

Al soltarla y ser mirada directamente, la pequeña supo que no había rastro de mentira en sus ojos, se veía genuinamente conmovida por el detalle y pensó que lo mejor era hablar sobre el tema que seguía picándole como una espina.

Ya había notado que la relación entre ella y Keith había cambiado, se veían íntimos y coquetos entre sí, todo su ser se iluminaba cuando veía a su hermano y se llenaba de alegría aun si no estaba de humor, solo por la presencia de éste. No supo en que momento Keith hizo su jugada, pero, así como iban las cosas Annya terminaría seriamente lastimada, podía ser joven, sin embargo, hasta ella entendía que eso era amor... y por desgracia, un amor unilateral, pues el ojiazul era un experto en jugar con las mujeres.

—  Annya tengo algo importante que decirte... es sobre mi hermano, él quiere hacer algo, él va a...

—  va a darte una sorpresa.

La voz de Keith sobresaltó a la menor, no esperaba que él estuviera ahí, al voltearse para enfrentarlo, para cualquiera que no lo conociera no se habría dado cuenta que su mirada era de advertencia.

—  ¿Enserio?—  inquirió Annya.

— Que niña tan mala eres Cassie... casi arruinas mi sorpresa.

El ojiazul se notaba un poco molesto.

— Vamos Keith, no es para tanto, sabes que me da igual, la intención es lo que cuenta.

— Sí, tienes razón... Cassie, ven conmigo, hay algo que debo tratar contigo.

La pequeña, sumisa, salió de la oficina junto con su hermano, ya afuera, la interrogó

—  Hermana, ¿qué estupidez estabas apunto de hacer?, debo recordarte que para nosotros esto es cuestión de supervivencia.

— ...

La menor tembló y se quedó callada, al no obtener respuesta prácticamente la amenazó.

— Sólo te diré algo, no te voy a obligar a que te distancies de ella, pero si te metes en mi camino, esto no terminará bien. Ten esto en mente, si le dices algo, cualquier cosa por mínima que sea, yo le revelaré que tú ya sabías de esto hace mucho tiempo, y entonces me pregunto... ¿a dónde irá ese cariño que tanto dice tener por ti?, la confianza es la cosa más frágil de este mundo, si se rompe, recuperarla es casi imposible.

Quien diría que en el futuro sus mismas palabras le serían devueltas de la forma más cruel y cierta.

La niña por otra parte, dejó que su miedo a la perdida la superara, desistió en intentar decirle y regresando a la oficina con Keith, le avisó a Annya que se iba a regresar sola.

—  Cassie, ya hablé con Marine, ella te llevará a casa.

- Sí.

- Y muchas gracias por tu regalo, lo atesoraré.

Cassie asintió, se despidió desanimada, sintiéndose culpable por ser tan cobarde y se retiró.

Se quedaron a solas, comenzaba a atardecer y los tonos rojizos le daban cierta calidez a esa oficina, Annya abrazó a su pareja para perderse en su boca, los impulsos de hacerle el amor cada vez que lo besaba no disminuían

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Se quedaron a solas, comenzaba a atardecer y los tonos rojizos le daban cierta calidez a esa oficina, Annya abrazó a su pareja para perderse en su boca, los impulsos de hacerle el amor cada vez que lo besaba no disminuían.

—  ¿Y bien?, ¿de qué se trata mi sorpresa señorito Hamilton?

—  Pues... si te lo digo ya no es sorpresa...

— Anda, vamos~ ¿me vas a dejar así?— reclamaba en tono dulce.

Y entre beso y beso lo estaba convenciendo para que soltara la lengua.

«¡Mierda! Debo pensar algo rápido antes de que me haga hablar de más...»— maquilaba a toda prisa.

Sobrevivir al matrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora