Capítulo 19. Apoyo incondicional

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— Annya

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— Annya...—le llamó una voz masculina.

— ¡Oh Dylan!, ¿qué te trae por aquí?, es un milagro verte, por fin saliste de tu cueva

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— ¡Oh Dylan!, ¿qué te trae por aquí?, es un milagro verte, por fin saliste de tu cueva.

—Sí... sabes, necesito hablar contigo.

«Se ve serio, debe ser importante»— pensó.

Iba a hablar con ella cuando Keith se apareció a lo lejos, ella no lo notó, pero Dylan para fastidiar la abrazó por la espalda, susurrándole algo al oído, y posando sus ojos burlones en el chico, provocando que este le mirara amenazante.

— Está bien, espera un minuto.

Después de escuchar lo que su amigo/casi hermano le pedía, Annya fue por sus cosas y Keith no pudo evitar preguntarle, intentando disimular que era una conversación cualquiera.

Después de escuchar lo que su amigo/casi hermano le pedía, Annya fue por sus cosas y Keith no pudo evitar preguntarle, intentando disimular que era una conversación cualquiera

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— ¿Quién era ese sujeto?— cuestionó tranquilamente.

— ¿Quién?

— El atractivo afroamericano de ojos claros y sonrisa de comercial que te estaba abrazando.

— ¡Ah! ¿Dylan?... es solo un amigo.

— Sí, se veía muy amigable... y ¿qué quería?

Esos celos le divertían un poco, pero no podía repelar porque no eran nada, y también se la quería cobrar por dejarla siempre vestida y alborotada.

— Nada en especial, me invitó por un café, y aprovecharé mi media hora de descanso.

— ¿Vas a ir?

— Por supuesto, ya tiene tiempo que no lo veo.

Tomó su bolso y salió sin dar más explicaciones dejando a Keith hacerse chaquetas mentales de lo que había entre esos dos.

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Cafetería

Los dos pidieron lo que beberían, y mientras esperaban iniciaron su conversación

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Los dos pidieron lo que beberían, y mientras esperaban iniciaron su conversación.

— ¿Y bien? Qué era eso tan importante de lo que querías hablar.

— Ten cuidado con tus amoríos.

Annya se quedó estupefacta, ¿cómo lo supo?, ¿debería mentirle, o hacerse la loca?... escogió la opción B.

— ¿De qué hablas?

— Cariño, ¿le mientes a Dios?

— N-no, enserio, de que estás hablan-

— ¿Olvidas que con la falta de personal estoy totalmente a cargo no solo de la seguridad informática, sino también de las cámaras de vigilancia?, ahora soy el ojo en el cielo, me he vuelto omnipresente.

Se congeló un segundo, si eso era cierto quería decir que...

— Tienes suerte de que solo yo lo viera. Tuve que manipular los videos de las cámaras de seguridad.

Le entregó una USB con todas las partes donde aparecían ella y Keith.

—  «Que lindo»— pensó ella

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«Que lindo»— pensó ella.

— Toma, destrúyelos, quémalos o úsalos como material para noches solitarias, no me interpondré.

— No me vas a preguntar ¿por qué?— le preguntó con pena.

— Bueno, dejando de lado que estás casada, nunca te portaste mal y debes tener tus razones, solo ten cuidado, son muy obvios cuando están juntos, al menos si alguien llegase a verlos no les quedaría ninguna duda de que están en una relación.

— Te equivocas no lo estamos, es solo que...

El silencio se hizo incomodo, al ver a su amiga tan contrariada decidió decirle lo que pensaba, esperaron a que la mesera se retirará después de dejar sus órdenes y él prosiguió.

— Si no quieres decirme la verdad, no te obligaré, no obstante, duele que no confíes en mi cuando soy de la clase de amigo que te ayudaría a esconder un cadáver sin cuestionármelo.

Era cierto, desde que se conocieron cuando ella tenía diez, le sorprendió que un chico pobre de quince años fuera adoptado por su familia y contratado en LTec como el segundo mejor hacker y analista de sistemas. Desde entonces se apoyaron mutuamente y siempre fueron honestos entre sí.

No le había comentado nada por miedo a involucrar a alguien importante para ella en el problema con Charles, pero si alguien podía con la verdad, ese era Dylan, así que le contó T-O-D-O.

Sobrevivir al matrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora