Capítulo 16. Advertencia

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Keith y Annya estaban juntos en la sala de conferencias, sentados uno al lado del otro, se veían muy cercanos, se entendían bien y trabajaban como un complemento

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Keith y Annya estaban juntos en la sala de conferencias, sentados uno al lado del otro, se veían muy cercanos, se entendían bien y trabajaban como un complemento. Ese día, Maggie fue a entregarle unos papeles a su hija.

—  Annya.

La susodicha le prestó atención, se levantó y se acercó a la puerta mientras el joven seguía en lo suyo.

—  Aquí tienes el estimado presupuestario de insumos que me pediste.

—  Gracias mamá.

Mientras revisaba que estuviera todo lo que solicitó, Maggie no pudo evitar interrogar a su hija entre murmullos.

—  ¿Qué ese no es tu hijastro?

—  Sí, está trabajando con nosotros ahora.

—  ¿Por qué?, tengo entendido que no lo necesita, es más rico que todos aquí.

—  Tiene sus razones, además es un buen prospecto, te gustaran los proyectos que planteó, requerirán de mucho trabajo para hacerlos realidad, pero estoy segura que triunfaran.

—  Ah, ya veo, no obstante, parece como si te estuviera coqueteando, mantén tus límites con él.

—  ¿Qué?... no digas esas cosas, recuerda que soy casada, no te preocupes, es un buen chico—  le sonrió, intentando tranquilizar a su progenitora y dando por concluida esa conversación en voz baja.

No quiso indagar más, siempre había confiado en su hija y no era momento de desconfiar, así que decidió dejarlo por la paz.

Annya regresó con el ojiazul, y dándose cuenta de la hora se disculpó.

—  Oh, lo siento mucho, te importaría continuar con el resto, necesito ir a un lugar.

—  Sí, no te preocupes.

—  Aun si no terminas, igual, esta semana me estaré quedando para terminarlo hasta tarde.

Keith se levantó, ayudándole a ponerse el abrigo, en una actitud que sin querer la puso algo nerviosa, luego le pasó su bolso y le dio un beso en la mejilla. Aludió ese comportamiento a su caballerosidad, se despidió y salió por la puerta.

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Fue al hospital como le había prometido a su esposo

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Fue al hospital como le había prometido a su esposo. Cuando entró al consultorio la doctora se veía sorprendida de que viniera sola.

—  ¿Hoy no la acompaña Charles?

—  No, se fue de viaje.

La mujer suspiró aliviada, y cerró la puerta de su consultorio con seguro. Annya la veía raro.

—  ¿Está todo bien?

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—  ¿Está todo bien?

—  De momento sí... señora Lawrence, ¿qué clase de relación tiene con Charles?

La pregunta la descolocó.

—  Ese no es asunto suyo, creí que iba a examinarme, no a interrogarme sobre mi vida privada — estaba a la defensiva porque no tenía idea de que era lo que pretendía esa doctora.

—  Escuche, no tengo malas intenciones, al contrario, quiero ayudarla. Sus estudios mostraron ciertos compuestos en la química sanguínea, los cuales son la verdadera razón por la que aún no se ha embarazado... eran anticonceptivos. Y no solo eso, también su cuerpo presentaba signos de agresión sexual.

Sus palabras la dejaron muda, pensó que no lo notó la última vez, sin embargo, lo sabía todo y aun así no la delató.

—  ¿Por qué no dijo nada frente a mi esposo?

—  Como dije antes, quiero ayudarla, soy doctora y mi trabajo es cuidar de mis pacientes. No quise hablar de esto frente a Charles Hamilton, porque sé cómo es realmente, no sabe los horrores que he tenido que presenciar por su causa. Divórciese, huya... o de lo contrario no podré garantizar su seguridad.

—  Puede que no lo sepa todo, pero, hay una razón por la que no puedo dejarlo.

—  Busque una manera. La última mujer a la que intenté ayudar ahora está muerta, sólo evite a las autoridades; una vez intenté acabarlo por los medios legales, que ingenua fui. Arruinó mi vida y amenazó a mi familia, me mantiene en este hospital porque necesita quien encubra sus delitos... debe entender la magnitud del peligro que ese monstruo representa.

—  Aun así, no puedo dejarlo, al menos no por los próximos dos años, pero si puedo ser honesta, tampoco quiero darle un hijo.

—  Entonces permítame sugerirle algo, cambie su método anticonceptivo por un DIU, de ésta manera, si alguien más llega a examinar su sangre no encontraran rastros de compuestos típicos de las píldoras que toma. Después de todo también tengo que mantener su expediente al día.

Fue imprevisto, había conseguido una importante aliada que le hizo sentir que no estaba sola en esto, y que sin querer, a futuro, le daría la llave para poner a Charles en jaque.

Sobrevivir al matrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora