Capítulo 30. Una noche para dos

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Y como si una buena idea se le viniera a la mente, Keith por fin contestó

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Y como si una buena idea se le viniera a la mente, Keith por fin contestó.

— ¡Una cena!... esta noche, en mi departamento, solo tú y yo.

— ¡Sería estupendo! Me encanta como cocinas— adoraba ese plan, más olvidaba que para eso necesitaba averiguar si esa noche podría estar libre—. Ay, espera un momento, necesito confirmar algo, solo mantente en silencio.

Annya llamó a su esposo.

—  ¿Charles?

— Qué quieres.

— Trabajaré toda la noche en LTec, pero si necesitas que regrese lo haré, así que dilo ahora o me quedaré.

— Mmmm~ mi esposa la trabajólica, supongo que no es necesario si Marine esta contigo, yo tampoco llegaré a casa.

Sonrió altiva, se imaginaba porque no volvería, sin embargo, para ella mejor.

— Bueno, al menos estamos de acuerdo en algo—  ambos colgaron.

A Keith le pareció raro que sonriera así, por lo regular ella solo se mostraba aliviada cuando podía evitar a Charles, y no pudo evitar cuestionar que pasaba.

— ¿Por qué te ves como si te satisficiera maliciosamente todo eso?

— ¡Oh! lo siento, es solo que estoy feliz de que tu padre se vaya con su amante.

— ¿¡Amante!?... ¿tiene una amante?

—  Keith, vamos~, ninguno de nosotros está en posición de juzgarlo, déjalo entretenerse y que nos deje en paz, ¿sí? — hablaba como si le divirtiera mucho la situación—, déjalo ser y tengamos nuestra noche juntos.

— Cierto, debo regresar antes al apartamento para realizar los toques finales, te espero allí.

La chica entendía y lo dejó ir, él sí que era romántico.

Salió apresurado a preparar su apartamento, no tenía nada listo, ahora, por la culpa de Cassie debía prepararle una cena romántica a Annya... aunque no sería mala idea indagar sobre la amante de su padre, quizá por fin podría empezar a ver agujeros en su impenetrable armadura.

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Keith adornó la mesa lo más cursi que pudo, hasta apagó las luces para verificar que tan bien se verían las velas, y uso escasas flores pues a la extraña chica no le gustaban.

Keith adornó la mesa lo más cursi que pudo, hasta apagó las luces para verificar que tan bien se verían las velas, y uso escasas flores pues a la extraña chica no le gustaban

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Sobrevivir al matrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora