Capítulo 26. Peligro

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Fueron dos meses algo deprimentes, pensó que estaba preparada para cuando Charles regresara, tuvo que pedirle a Keith que ya no estuviese tanto tiempo en LTec, solo cuando fuese estrictamente necesario durante la duración del proyecto, no sabía cu...

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Fueron dos meses algo deprimentes, pensó que estaba preparada para cuando Charles regresara, tuvo que pedirle a Keith que ya no estuviese tanto tiempo en LTec, solo cuando fuese estrictamente necesario durante la duración del proyecto, no sabía cuándo su esposo le daría otra sorpresita.

El chico no lo tomó muy bien, sin embargo, todavía se las arreglaban para verse a escondidas, lo único que tenía a su favor es que su esposo aún era un hombre ocupado, y no era tan insistente como antes en tener un hijo, o al menos ya no lo repetía cada cinco minutos.

En su trabajo, mientras se deshacía en suspiros, alguien tocó a su puerta

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En su trabajo, mientras se deshacía en suspiros, alguien tocó a su puerta.

— Adelante.

Dylan se asomó, y entró afable invitándole un tentempié de una caja entera de donas que traía.

— Mmm... ¿de dónde las sacaste?, casi no te gusta lo dulce.

— Es de sabios rectificar.

La aguda mirada escéptica de su amiga le hizo confesar.

— Está bien, está bien, me las regalo Jake Sullivan... mi novio.

— ¿¡Desde cuándo tienes novio, y por qué no me había enterado!?

— Bueno, ahora ya lo sabes.

— Espera... ese nombre me suena... ¿el pequeño Jake? ¡Ese niño bonito que reclutamos como inventor y y que ahora forma parte del equipo del departamento de ciencia y tecnología de esta empresa! ¿El Jake Sullivan?

— Sip.

— ¡¿Cómo pudiste pervertirlo?, le llevas seis años!

— ¿Qué? ¿Crees que eres la única que tiene derecho de andar de patea loncheras en LTec?

— Keith no cuenta, solo soy dos años mayor y con mi carita de bebé mas bien da la impresión de que es él quien me pervierte.

— Si claro... además, para tu información fue Jake el que se me lanzó primero.

— Quién lo diría... tan santito que se veía.... Pff...

Soltaron la carcajada, y su amigo se alivió de verla reír, tenía que llegar al punto, develar la razón por la que había ido a visitarla.

Sobrevivir al matrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora