No quería separarme de sus labios y cuando lo hacíamos para tomar aire, el regreso se me hacía eterno.
Su lengua pidió permiso para entrar y se lo di. ¿Como la rechazaría?
El beso empezó a volverse más intenso, sus manos rodearon con fuerza mi cintura intentando pegarse más a mi, como si eso fuese posible. Inevitablemente una sonrisa se dibujó en mi rostro.
De repente soltó mis labios y bajo hasta mi cuello, dejo un suave y delicado beso en el. Solté un pequeño jadeo mientras intentaba ocultar el placer que aquello me generaba.— Debemos parar. — Dijo mirando fijamente mis ojos.
— ¿Por que? — Pregunte haciendo puchero.
— Porque no quiero hacerte el amor en la playa. — Respondió obvia.
¿ESCUCHARON LO MISMO QUE YO? DIJO HACERTE EL AMOR.
— Ni yo. — Carcajeé.
— Entonces será mejor que te bajes de mi porque no soy tan fuerte como crees. — Respondió riendo.
— Está bien. — Dije y trate de bajar, cuando estaba a punto de hacerlo me tomó de la cintura y volvió a pegarme a ella.
— No, espera, aún no. — Soltó y escondió su cabeza en mi cuello, la rodee con mis brazos. — ¿Podemos quedarnos así para toda la vida? — Susurro.
Mi corazón iba a estallar en ese instante ¿Como podía ser tan tierna? ¡Maldición Venable!— Si. — Dije con una sonrisa atontada en mi rostro. — Para toda la vida.
•••
El viaje a casa fue demasiado perfecto, me contó algunas cosas de ella, dijo que cuando la desafiaba en clase le gustaba y yo admití que cuando balanceaba sus caderas al caminar me volvía loca.
Cuando frenábamos en un semáforo ella apretaba mi muslo para luego besar mis labios.
El estero estaba encendido en Dios sabe qué emisora pero era agradable. Bueno, no se si lo era, simplemente todo lo que rodeaba a Venable se transformaba increíble.— Algún día nos llevarás a casa. — Dijo mirándome fijamente.
— De momento sigamos con las clases de conducción. — Respondí riendo.
— Conduces bien, solo tienes que dejar de tener miedo. — Me regalo una pequeña risa.
— ¿Estas aquí para eso, no? — La mire sonriente.
— No lo se, a veces te doy miedo. — Carcajeó.
Para cuando llegamos frente a mi casa, beso mis labios con tanta intensidad como si quisiera tatuarlos en su memoria, los saboreo tanto que temí que fuese el último. Nos despedimos y baje del coche, espere bajo la calurosa noche hasta que su auto desapareció de mi campo visual para luego entrar a casa.
— Hola mamá. — Dije mientras atravesaba la puerta. Espero que no me haya visto besar a su amiga.
— Hola Madi ¿Como te fue? — Respondió sonriente. ¡BIEN! No me vio.
— Súper. — Solté con una sonrisa mientras recordaba lo maravillosa que es la vida al lado de Wilhemina. — Me iré a acostar, estoy cansada.
Ella asintió en forma de respuesta y subí a mi cuarto.
Mientras mis labios aún sabían a los suyos, mi cuerpo sentían sus caricias y mi mente solo dibujaba su silueta caí rendida en un profundo sueño.Desperté casi a las 12:00, aterrada porque mi alarma no sonó y mamá simplemente me dejó dormir.
Sandra vendría a por mi, al rededor de las 12:30 así que me di una ducha rápida y me puse el primer vestido que encontré en mi closet, para mi suerte era blanco y llega poco más abajo que mis rodillas.
12:30 y un bocinazo me saco del transe llamado Venable, con ella fue todo tan mágico que me resultaba imposible de creer. Pero ahora me tocaba esperar dos días para verla, por querer hacerme la graciosa.
Baje las escaleras corriendo y mamá esperaba en la puerta, no tenía muy buena cara.
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𝑷𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒂
FanfictionMadison Jones, después de una vida de mudanzas llega a la ciudad natal de sus padres, San Francisco, para por fin acentar raíces. Entre desconocidos descubrió un rostro que quiso volver a conocer toda su vida, y quizás así revivir una y otra vez ese...