𝟷𝟹. 𝙵𝚒𝚗 𝚍𝚎𝚕 𝚖𝚞𝚗𝚍𝚘

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La visita a la oficina de papá fue insignificante y una gran pérdida de tiempo. Cuando llegue a casa me di una larga ducha y elegí un buen vestido.
Una vez lista le pedí a mi padre que me llevara a casa de Venable.

— Gracias Harry, ahora vete. — Dije bajando del auto.

— ¿A qué hora vengo a por ti? — Preguntó papá.

— Ella me llevará. — Respondí con rapidez

— Vale, adiós hija. — Soltó antes de desaparecer en el auto.

Me encamine hacia la gran entrada y llame a la puerta, esperé por unos segundos hasta que esta se abrió.

— Hola Mad. — Dijo Venable con una sonrisa.

Mis ojos se encontraron con los suyos y una electricidad erizo mi piel por completo, ella estaba cubierta de harina y tenía un delantal.
De repente me sentí increíblemente bien, vaya suerte la mía, tenía de frente a la mujer más hermosa del planeta.
Mis pies comenzaron a flotar, estaba en el espacio y el tiempo se había detenido en sus ojos. ¿Acaso eso era posible? Claro que si, Venable hacía que todo lo sea. Ella es... inhumanamente perfecta.

— Hola Wilhemina. — Dije con una sonrisa atontada.

— Perdona las pintas, estoy haciendo pasta. — Corrió su cuerpo del umbral de la puerta para que pudiera pasar.

— Está bien, me gustas. — Solté sin pensar y ella arqueó una ceja. — Quiero decir, me gustA tu estilo casual. O sea tu ropa y t-tu onda de entre casa ¿Si entiendes, no? — Trate de explicar nerviosa

— Si, Mad tranquila, lo entendí. — Dijo riendo y mierda, podría morir y resucitar en su sonrisa. — Bueno, a mi también me gusta tu estilo.

¿Gay panic? ¡Gay panic!

— Gracias. — Me límite a responder.

— Ven conmigo. — Soltó con una sonrisa.

Me tomó de la mano como si de una niña pequeña se tratase y recorrimos unos largos pasillos hasta llegar a su cocina.

— ¡Wow! Tu casa es muy hermosa.— Dije mirando hacia mi alrededor.

— ¿Si te gusta?

Asentí en forma de respuesta.

— Puedes sentarte allí hasta que yo termine con esto. — Soltó señalando una silla frente a ella.

— ¿No quieres que te ayude? — Pregunte antes de sentarme.

— No, otro día me cocinas tu. Ahora solo prepárate para probar la mejor pasta de toda tu vida. — Dijo con un reluciente brillo en sus ojos.

— Venable cocinera, no te imaginaba así. — Confesé.

— ¿Así que me imaginas? — Arqueó una de sus cejas y luego de unos largos segundos soltó una pequeña risa. — Es broma.

Menos mal, sino creerías que soy una acosadora mental

— ¿Tu decoraste la casa? — Dije cambiando de tema.

𝑷𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora