Termine de elegir las mesitas de noche para por fin finalizar la compra, como ya era bastante tarde solo podían llevar el sillón, lo demás al día siguiente.
Volvimos a casa de mis padres, cargué en mi auto las cosas que había empacado más temprano y por supuesto, los lirios y la caja lila.
Me despedí de mis padres y conducí hasta mi nueva casa.
Aparqué frente al garage y rebusqué las llaves, cuando las encontré, baje y abrí la gran puerta de madera con algo de vidrio.
Adentre las maletas y las demás cosas hasta el hall, para luego cerrar la puerta.
El silencio absoluto era abrumador, busqué en mi teléfono música y por suerte había empacado un pequeño estéreo.El timbre sonó y di por entendido que era el camión que traía el primer mueble de la casa, bueno, en realidad la cocina ya estaba toda equipada pero saben a que me refiero.
Abrí la puerta y en los siguientes minutos, dos hombres fortachones bajaron el sillón y lo dejaron en el living de casa, frente a la chimenea.
Les di algo de propina y luego se marcharon.
La noche comenzó a caer y la lluvia no pretendía parar.Mamá había comprado hace unos días una alfombra blanca, que acompañada del enorme sofá , no eran más que perfección a mis ojos.
Rebusque algún mechero en mis bolsillos y obviamente no tenía, pues no fumo.Hice una pequeña lista de lo que necesitaba para la cena y busqué algo de dinero.
Decidí caminar, ya que el supermercado estaba realmente cerca.Salí de casa y mientras caminaba bajo la lluvia, una imagen se me hizo presente, ella.
Mi vida adulta estaba empezando y con la sonrisa de Venable en mi mente era un buen comienzo.
Luego de unos minutos frene frente el supermercado y me adentre a el, con la lista en la mano mientras conducía el pequeño carro, recorrí todo el lugar en busca de mis productos.
Cuando por fin tuve todos fui a pagar, una amable anciana me atendió.
Guardo mis compras en dos bolsas de cartón y salí de aquel lugar.Otra vez estaba caminando bajo la lluvia, pero a diferencia de la primera vez, ahora se trataba de un diluvio.
Un auto paso a gran velocidad, haciendo que el agua que estaba estancada en la carretera termine empapándome por completa.
Bufé molesta y continué mi recorrido.Al llegar a casa una gran hazaña se me hizo presente, las llaves estaban en mi bolsillo trasero y las manos las tenía ocupadas.
— ¿La ayudo? — Dijo alguien detrás de mi, espantándome un poco.
Me quede pasmada mirándola, aún no consigo entender cómo es tan hermosa.
— Mina. — Musite cuando pude reaccionar.
— Hola Mad. — Respondió con una sonrisa tímida.
— Hola. — Dije con una curvatura en mis labios, que comparada a su sonrisa, esta no era nada tímida, la mía derrochaba felicidad a lo grande.
— Entonces ¿Te ayudó? — Soltó arqueando una ceja.
— Si, por favor. — Respondí dejando una de las bolsas en sus manos.
Con rapidez busqué las llaves y abrí la puerta, adentre mi cuerpo y la invité a que ella también lo hiciera.
Cuando ambas estuvimos dentro cerré la puerta y puse el cerrojo.— No recuerdo haberte dicho la dirección — Dije mientras caminaba hacia la cocina, ella me seguía por detrás.
— Tu madre se negó a decírmela pero tu padre no tardó mucho en soltarla. — Respondió.
Reí mientras colocaba la bolsa sobre la mesada y ella también dejó la que traía en el mismo lugar.
— ¿Has cenado? — Pregunte.
— No. — Respondió de inmediato.
— ¿Cenas conmigo? — Volví a preguntar.
— Me encantaría. — Musitó.
Sonreí y acaricié su mano, que se encontraba recargada en la fría porcelana de la mesa.
Aprisionó la mía y me atrajo lentamente hasta ella.— Iré a cambiarme. — Dije huyendo de sus brazos.
Camine lejos de ella pero me siguió, sentí su intensa mirada sobre mi mientras buscaba ropa seca en mis maletas.
Cuando tuve las prendas en mi mano voltee a verla.
Si se pudiera comer con las miradas, yo estaría devorada por la mujer que estaba en frente.— ¿Puedo prender la chimenea? — Pregunto rápidamente al darse cuenta que la pillé mirándome.
— Si. — Dije.
Le extendí el mechero que había comprado hacía unos segundos y se arrodilló frente a la estufa.
Mientras ella hacía resurgir el fuego yo me hipnoticé mirándola, me quede allí hasta que terminó su labor.
La chimenea empezó a desprender un calor agradable y el fuego había conseguido su máximo apogeo.— ¿No ibas a cambiarte? — Dijo al verme tildada frente a ella.
— Oh, si... cierto. — Respondí mientras recuperaba el control de mi cuerpo.
— Empezaré con la cena. — Dijo mientras se alejaba hacia la cocina.
Fue inevitable no imaginarme una vida a su lado pero aquello era imposible, Venable era efímera.
Frente al fuego comencé a quitar las prendas mojadas que decoraban mi cuerpo, quedando en ropa interior, aquella por suerte se encontraban libres de agua. Tome una pequeña toalla y me seque las partes húmedas.
Estaba dispuesta a vestirme otra vez, pero algo me lo impidió.Sentí la yema de sus dedos recorrer la parte superior de mi brazo, comenzó por el hombro y continuó deslizando hasta mi mano. Entrelazo nuestros dedos mientras pegaba su cuerpo a mi espalda.
Sentí su respiración chocar en la piel de mi cuello, haciendo que esta se erice por completo.
Dio una gran bocana de oxigeno tratando de impregnar mi esencia en sus fosas nasales.
Sus manos rodearon mi cintura lentamente, intentando pegarme más a ella pero era imposible, ni una pizca de aire separaba nuestros cuerpos.
Mordió el lóbulo de mi oreja y sentí como mi cuerpo ardía por completo, caso omiso giré para observarla, la tome del mentón y eleve su cabeza.
Sus ojos se cerraron y los míos también cedieron.Venable le dio sentido a todas las frases cursis y ahora por fin entendí el significado de una de ellas.
"Un reencuentro no es más que dos almas queriendo ser una"
y vaya si tenía razón.La bese, le di uno de esos besos que no se olvidan, ni en otros labios, ni en otras noches, ni en otras vidas.
Quedó grabado en la infinitud del espacio, marcándonos para siempre.Nuestras bocas se dijeron adiós en un intento desesperado de tomar una bocanada de oxígeno pero no tardaron en juntarse otra vez, dándole sentido a mi vida entera.
Aquel beso se volvió amargo, ambas estábamos llorando, intentando detener el tiempo para fundirnos en boca de la otra.Sin separar nuestros labios, que se encontraban sumergidos en una perdición infinita, nos sentamos en el suelo. Pero Venable no tardó en subirme sobre ella, rodee su espalda con mis piernas.
Y allí, frente a la chimenea, dejamos que las llamaradas de amor arrasen con nuestro todo.
— Te amo. — Dijo separando un poco nuestros rostros.
Sus manos enloquecieron y quitaron el seguro de mi sostén, lo lanzó por alguna parte de la habitación y comenzó a bajar por mi cuello.
Venable no besaba, tatuaba.
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𝑷𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒂
FanfictionMadison Jones, después de una vida de mudanzas llega a la ciudad natal de sus padres, San Francisco, para por fin acentar raíces. Entre desconocidos descubrió un rostro que quiso volver a conocer toda su vida, y quizás así revivir una y otra vez ese...