𝟸𝟶. 𝙾𝚓𝚘𝚜 𝚚𝚞𝚎 𝚊𝚖𝚊𝚗

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Supongo que era el momento de poner un punto y aparte en mi historia, uno que jamás podré darle fin.
En hora de escribir un nuevo capítulo pero, sé que es distinto a todos los demás, es un antes y después en la historia de mi vida.
Ahora era cuando un nuevo personaje entraba, quizás es erróneo llamarlo "nuevo" porque en realidad siempre ha estado ahí pero, ahora dejaría de ser un extra para ser el amor de mi vida.
Supongo que todos saben de quien hablo, y aunque podría decir su nombre prefiero describirla.

Ella tiene el pelo rojizo hasta poco más abajo de los hombros, ojos tan hermosos como marrones, silueta perfecta, piel tan blanca como la porcelana, es una mujer realmente hermosa pero es muy básico describirla de esa forma, todos podrían hacerlo así que ahora hablemos de lo que yo veo.

Ella puede atraparme con la mirada, tiene ojos que aman y la sensación de estar bajo su mirada es como una forma de vida para mi, sé de sobra que mi corazón late con la razón de escucharla hablar, a veces lo hace con palabras raras que nadie entiende pero aún así, es digna de ser escuchada y venerada como la diosa que es. La forma en la que  formula cada oración a la perfección sin siquiera trabarse es realmente fascinante.
Aún no se a ciencia cierta cuál es el motivo de la locura que siento por ella pero, puedo asegurar que mi corazón jamás latió tan fuerte por alguien y estoy completamente segura que no lo hará por nadie más.
Podría decir que la amo pero aquel sentimiento es insignificante a lo que realmente siento por esa mujer, cualquier palabra es diminuta al tratar de expresarle mi amor.
Ella es cada gota de sangre que corre por mis venas, el oxígeno que reclama mis pulmones, la dueña de mi cuerpo y alma, ella es mi vida entera.
Pero lo que realmente me enamoro es lo que soy a su lado, me da ganas de vivir, unas que nunca sentí. Una especie de electricidad recorre todo mi cuerpo cuando me besa, me vuelvo débil a tal punto de caer rendida a sus pies.
Inevitablemente su cuerpo desnudo se entromete en mi mente, es perfecta.
Los lunares de su espalda forman constelaciones hermosas, ella me regalo cada una de esas estrellas.

Siento tanto que me da miedo.

— Debe disimular señorita Jones. — Dijo Venable parándose a mi lado.

Ya pasaron dos semanas desde la competencia, casi sin creer pasamos a la siguiente estancia y eso me hacía muy feliz.
Pero el tiempo se está escapando de mis manos y es realmente doloroso el saber que desde aquel viaje a Los Ángeles no he vuelto a ver su cuerpo.

— No se a que se refiere Miss Venable. — Mentí.

— Sus ojos rebalsan amor. — Aseguró.

Sonreí, fue inhabitable no hacerlo.

— No me controlo cuando se trata de usted. — Voltee a verla, también tenía una sonrisa.

— ¿Sabe lo peligroso que es decirme eso aquí? — Dijo casi en un susurro.

— ¿Qué, va a besarme? — La rete.

— Sabe que lo haría, si tan solo usted me dejara...

— No aquí. — La interrumpí.

— Bueno, tendré que hacerlo en privado. — Miro mis labios. — Pero al estar solas no podré contenerme, necesitaré más de usted.

— Estoy a su merced, haga conmigo lo que quiera. — Susurre.

— Wilhemina, necesito que me ayudes... no puedo sola. — Intervino la profesora Cate.

La sonrisa de Venable desapareció y la mía también lo hizo, volteamos hacia Blanchett.

— La espero en mi oficina en el receso. — Dijo Venable antes de alejarse mi.

Caso omiso a sus palabras, una sonrisa volvió a dibujarse en mi sonrisa.

Continuamos ensayando con la obra hasta que el timbre resonó por todo el lugar, indicando el receso.
Vi como ella se encaminaba hacia mi pero Cate la tomo del brazo y dijo algo que no escuché.
Venable tensó su rostro, negó con la cabeza y me miro, su mirada era rara, algo que mi mente no conseguía descifrar.
Estuve bajo sus ojos muchas veces, ninguna fue cómo está.

— Tengo que irme. — Dijo cuando estuvo frente a mi.

— ¿Iras con ella? — Pregunte insegura.

Sé de sobra que no merezco una mujer como Wilhemina, no estoy a su altura, en cambio Cate Blanchett si lo estaba. Rubia, alta, hermosa... grandes cosas que me dejaban diminuta a su lado.

— No... necesito que tú vengas conmigo. — Susurro.

Asentí.

Tomó mi mano, mandando al carajo todo, no le importo que estuviéramos en la institución, se aferró a mi como si su mundo estuviera viniendose abajo y comenzó a caminar.

Al llegar al estacionamiento nos adentramos a su auto, condujo en silencio, por mi parte me limité a mirar por la ventanilla. No era el momento para hacer preguntas y una vez más, estaba dejando que ella sea mi guía.

— Gracias. — Balbuceó.

— No tienes que agradecerme por nada. — Respondí.

— Mi madre llegó de su viaje por toda Europa. — Dijo antes de soltar un largo suspiro. — Y ella es la dueña de la institución.

— ¿Y eso es un problema? — Pregunte inocente.

— Claro que si, se acabaran tus visitas a mi oficina, los besos a escondidas y hasta nuestros acalorado intercambio de palabras. — Soltó apenada.

Sonreí al recordar sus comentarios, era inevitable no hacerlo, de verdad que eran acalorados.

— ¿Lo haces por ella, o por ti? — Pregunte temiendo la respuesta.

— Por ella. — Confesó.

Comencé a reconocer el recorrido, estábamos yendo a su casa.

— Te amo Mina, me da igual si tengo que ir hasta el fin del mundo para verte solo dos segundos. — Dije mirando fijamente sus ojos.

— También te amo Mad, lo siento. — Soltó apenada.

— No lo sientas, vamos a estar bien. — Trate de tranquilizarla.

— No vamos a estarlo, no la conoces, ella es un monstruo. — Confesó.

— ¿Si sabes que iría hasta el maldito infierno por ti?

Carcajeo.

— Con que te quedes a mi lado le basta. — Dijo con una sonrisa.

Apartó el auto en su cochera y bajamos de el.
Tomó mi mano y me condujo hasta el interior de la casa.

— Necesitaba estar aquí. — Soltó antes de fundir su cuerpo en el enorme sofá que decoraba su living. — Y contigo.

Me senté a su lado y la observé, como si no existiera otra cosa en el mundo, solo ella.

— ¿Puedes besarme? — Suplicó.

Sonreí y me acerqué lentamente a ella.
Fundí nuestros labios que entraron rápidamente en un transe para tomar el poder, me gusta desafiarla pero sé de sobra que ella mandaba.

Alguien carraspeó la garganta detrás de nosotras y nuestros labios tuvieron que decirse adiós.

— Madre. — Dijo Venable horrorizada. — ¿Que haces aquí?

A/C: ¡Hola! Sé que el capítulo es un poco corto pero no quería dejarlos sin su dosis diaria, siento mucho no poder darle mi dedicación al 100% pero les aseguro que estoy haciendo todo lo posible para poder escribir más.
Gracias a todos los que leen, votan y comentan, sus comentarios me dan vida y son muy graciosxs.
En fin, me despido y cuídense mucho. ♥️

𝑷𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora