𝟹𝟾. 𝙱𝚊𝚝𝚊𝚕𝚕𝚊𝚛 𝚊 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚊𝚜

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Entre a la ducha sin ánimos de nada, comencé a masajear mi marrón y simple cabello hasta que la espuma rebalsó en mi cabeza. La enjuague rápidamente y pase a peinarlo.
Una vez listo procedí limpiar mi cuerpo, limpiarlo de sus caricias, de sus besos e intente borrar su nombre pero fue en vano, estaba tatuado.

Oí mi teléfono sonar desde el living, un pasillo nos separaba, me envolví en una toalla blanca y camine hasta allí.
Lo tome entre mis manos y cogí la llamada.

— Hola pequeña. — Dijo mama al otro lado.

— Hola mamá. — Respondí.

— Te echamos mucho de menos ¿Que tal si te vienes a cenar? — Pregunto apenada.

— Claro que si, en unos minutos estoy por allí. — Dije con algo de entusiasmo.

Continuamos hablando por un rato más hasta que por fin me dejó ir a cambiar. Opté por unos jeans negros, una camiseta lila, una chaqueta gris que llegaba hasta mis tobillos y un beanie del mismo color en mi cabeza.
Busqué mis llaves y salí de casa, no sin antes echar el cerrojo. Camine hasta el auto y me adentre en el, prendí la calefacción nada más sentarme en el asiento y conduje.
Al lapso de unos diez minutos estacione frente a casa de mis padres, un finísimo auto blanco estaba ocupando mi lugar en la cochera así que lo dejé un poco más atrás de este.

Llame a la puerta y mamá me abrió con una gran sonrisa.

— Mi pequeña. — Dijo eufórica mientras me abrazaba.

— Ya no soy pequeña. — Bufe y la abrace también.

Cuando por fin pude despegarla de mi, nos adentramos a la casa y fuimos hasta el living.

— ¿Papá? — Pregunte al no verlo por ningún sitio.

— Enrica Venable vino hace un rato, le urgía hablar con él... pero en unos minutos viene. — Dijo Eli mientras se tiraba al sillón.

Aunque mi mente se preguntó una y mil veces la razón de la visita de aquella mujer, no me moleste en interrogar a mi madre.

— Me has invitado a cenar y aquí no huele a nada. — Respondí mientras me sentaba a su lado.

— Hemos pedido comida, chica lista. — Dijo obvia.

— Mamá, he estado toda la semana a comida de delivery... — Bufé.

— Entonces extrañas mi comida, no a mi. — Fingió molestarse.

Y un poco de razón tenia.

— A ti también te he extrañado pero a tu comida un poquito más. — Bromee.

Mama carcajeó y golpeó suavemente mi hombro.
Escuché unos pasos acercarse a nosotras y voltee a ver al pasillo.
La puerta del despacho de papá estaba abierta y dos personas se encontraban caminando hacia nosotras, Harry y Enrica.
Me puse de pie para recibirlos y mi madre hizo lo mismo.

Bese la mejilla de mi padre y luego la de Enrica.

Papá estaba algo tenso, un poco más frustrado de lo normal y eso me alarmo ¿Que había pasado en ese despacho?

𝑷𝒖𝒏𝒕𝒐 𝒚 𝒄𝒐𝒎𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora