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Alison's POV

Al llegar a casa fui a por las cosas necesarias y senté a Kevin en uno de los taburetes de la cocina. Grité por toda la casa para ver si mis padres o Aria estaban pero no había rastro así que volví.

-No tenias que haberlo hecho. - Dije acercándome a él.

-Pero lo hice. - Me respondió.

-Kevin enserio, Wallas es idiota y eso lo sabemos todos, no tendrías que haberte metido. - Puse un algodón en su labio con un poco de alcohol y él se estremeció. - Perdón.

Sus manos se pusieron en mi cintura y me acercó a él, haciendo que me quedase entre sus piernas, le levanté la cara por la barbilla y me quedé mirándole, tenía un pequeño moretón en la mejilla y un poco de sangre en la nariz así que se la limpié y le di una bolsa de cebolla congelada para que se la pusiese en la mejilla.

-Perdón. - Dijo mirando hacia abajo. - Me jodió mucho todo lo que dijo sobre ti Angelito, tú no eres suya ni de nadie. - Dijo apretando mi cintura levemente.

¿Podía ser más perfecto?

Sinceramente lo dudo.

-Solo, no vuelvas a hacerlo. - Dije dándole un pequeño beso en la mejilla.

-Lo cumpliré siempre y cuando no se meta contigo o se atreva a tocarte, a partir de ahí será hombre muerto y me encargaré personalmente. - Dijo sonriendo al final, yo rodé los ojos y guardé de nuevo las cosas, al volver Kevin estaba mirando su móvil en el sofá, yo me senté a su lado y le abracé.

La puerta se escuchó y me puse de pie casi de un brinco, pensé que serían mi tía y Aria pero mi boca se abrió completamente al ver a mis padres parados en la puerta con el ceño fruncido.

-Hola Alison. - Dijo mi padre mirando a Kevin, el cual se había levantado de inmediato. - ¿Y tú eres?

-Kevin Frost. - Le tendió la mano pero mi padre no se la agarró.

-Alison, sabes que no puedes invitar a chicos a casa. - Dijo mi madre dándome una mirada asesina.

-¿Quién habla? Ah, se me había olvidado que era tu voz, lo que tiene no escucharla apenas. - Dije con un tono de reproche.

-¿Alison y tus modales? - Dijo mi madre.

-¿Cómo vosotros por aquí? - Espeté.

-Yo creo que debería irme. - Dijo Kevin rascándose la nuca.

-Te quedas. - Dije agarrándole del brazo.

-Quería ver a mis niñas. - Dijo mi madre con una falsa sonrisa.

Hipócrita.

-Oh, pues tus niñas estaban muy bien mamá, peor desde que has llegado.

-Será porque interrumpí algo. - Dijo ella con aires de superioridad.

-Mamá no estarás insinuando lo que yo creo. - Dije con una ceja enarcada.

-Dejalo cariño. - Dijo mi padre. - Nos vamos arriba a descansar, mañana salimos temprano.

-¿Estaréis en reyes? - Pregunté, ninguno respondió por lo que supuse que la respuesta era un no.

-Me tienes a mí. - Dijo Kevin y yo le sonreí.

Tenía mucha suerte de tenerle.

(***)

Estaba en la cabaña de Kevin viendo una peli con él, su cabeza estaba apoyada en mis piernas y jugaba con mi cabello, yo acariciaba su pelo y de vez en cuando cogía mis dedos y les daba un beso.

-Cuéntame algo más sobre ti. - Dije, haciendo que Kevin se incorporase.

-¿Qué quieres que te cuente?

-Hay algo que lleva mucho tiempo rondando mi mente.

Y era cierto, llevaba mucho tiempo pensando en qué había pasado con su padre, pero no sabía si era buena idea decirle.

-Dispara, soy todo oídos.

-Es sobre... Tus fotos del salón. - La tele iluminaba su cara, noté como su mandíbula se tensó y me arrepentí al instante. Esto no era buena idea.

-Sobre mi padre, no me gusta hablar de ello.

-Vale. - Dije poniendo mi mano en su pierna.

-¿Vale? - Preguntó mirándome extrañado.

-Sí, ¿pasa algo? - Le dije sin entender muy bien lo que pasaba.

-¿No vas a insistir?

Vale, no entendía nada.

-¿No? - Dije con el ceño fruncido.

-Vale creo que te quiero. - Estaba todavía más confundida.

-Un detalle por tu parte. - Dije riendo.

-Siempre me han presionado a hablar sobre ello, amigos, psicólogos, chicas. Eres la primera que no me dice de hablar sobre ello, y por una extraña razón eres la primera persona con la que quiero hablar de ello.

-Sabes que me tienes para lo que sea Kevin, puedes contármelo.

-Lo sé Angelito, y creo que por primera vez voy a contarlo. Necesito hacerlo. - Respiró hondo y se giró a mirarme. - Mi padre tenía un problema con las drogas, cuando era pequeño encontraba diariamente droga por los cajones, porque se colocaba y la dejaba allí. Yo no sabía lo que era y mi padre decía que era azúcar. - Hizo un paro y clavó su vista en el suelo. - Con 8 años comencé a portarme mal, mi madre trabajaba mucho y yo estaba en casa con mi padre casi todo el tiempo, él no aguantaba mis malos comportamientos y me metía lo que él llamaba azúcar en la bebida. Me tenía drogado todos los días, pasaron unos meses y me dió más de la cuenta, me llevaron al hospital con una sobredosis y a mi padre lo metieron en la cárcel. Imagínate un niño de 9 años yendo a un centro de rehabilitación y culpando a su madre de que mi padre hubiese ingresado en la cárcel. - Una lágrima brotó por su mejilla pero la apartó de repente.

-Kevin... - Me acerqué a él y me puse encima suya, le abracé y le acaricié el pelo mientras él hundía su cara en mi cuello.

-Y lo peor de todo es que no puedo odiarlo. - Susurró contra mi cuello.

La Última Noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora