10.

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Siempre había odiado los lunes, los veía horrorosos y más cuando estábamos de exámenes finales.

Ya estábamos en diciembre y en poco darían las notas, la verdad creo que iba a irme bien, estaba un poco más desanimada en filosofía, era una asignatura que no me haría falta y encima el profesor era un plasta.

Con Kevin todo había ido bien, la verdad era muy buen amigo, aunque a veces soltaba tonterías pero se le había cogido cariño.
A decir verdad me sentía extraña con él, su presencia me agradaba y creo que estaba empezando a sentir cosas que no tendría que sentir por él, porque él no se merece estar con alguien tan rota como yo, y yo tengo miedo a admitir que siento algo por él para que se haga realidad.

Las cosas cuando se vuelven reales asustan y salen mal.

-¿Me estás escuchando? - Dijo Kevin.

-Oh claro. - Mentira.

-¿Qué dije?

-Qué me amas. - Negó con la cabeza con una sonrisa, esa sonrisa que me parecía jodidamente perfecta.

-Angelito, te estaba hablando sobre un juego.

-Oh, es que me he perdido y me daba cosa preguntar. - A decir verdad me había perdido hace como 5 minutos.

-Te lo vuelvo a explicar.

-Señorito Frost, ¿algo que quiera decir al resto de la clase?

-Se ve usted hoy genial señorita Adams. - La profesora se sonrojó y él le dio una de sus grandes sonrisas.

-No puedo creer que uses tus encantos a tu conveniencia. - Dije riendo.

-Para eso los tengo muñeca.

-Que no me llames muñeca.

El ansiado timbre sonó, Kevin y yo salimos de clase corriendo y nos montamos en su coche, hoy se quedaría a comer en casa y me ayudaría a poner cosas de Navidad.

También le había dicho a Valerie y a Trevor que viniesen pero mágicamente ninguno pudo.

Sospechoso.

Al llegar a mi casa puse la empanada que había comprado en la mesa y cogí un paquete de patatas y coca cola. Nos sentamos a comer y estuvimos charlando.

-¿Qué harás en Navidad?

-Nada, mi madre se va en fin de año de vacaciones con mi abuela y me quedo solo, ¿y tú?

-Este año Valerie y yo habíamos hablado de ir a pasar año nuevo en alguna casa, supongo que iremos a alguna fiesta.

-Tiene buena pinta el plan.

Terminamos de comer y como una niña pequeña me fui a por las cajas de Navidad, nos pasamos un buen rato para montar el árbol, Kevin se veía muy lindo tratando de poner el árbol bien.

Y sexy.

No, solo lindo.

Si has estado casi todo el rato parada mirándole el culo cerda.

Estúpida conciencia.

Terminó de poner el árbol mientras yo ponía villancicos y música navideña y juntos nos pusimos a decorarlo, tardamos un par de horas en ponerlo todo ya que era excesivamente grande.

-¿Tus padres no vendrán por navidad?

Estábamos sentados en la alfombra del salón, exhaustos tras la misión de poner y decorar el árbol, que era todo un trabajo duro.

-No, reuniones. - Dije rodando los ojos.

-¿Todo bien? - Dijo él en tono preocupado, asentí con la cabeza sonriendo y él pareció relajarse.

-¿Sabes? No pareces el chico prepotente que conocí hace unos meses.

Kevin había dado un cambio pero para bien, se portaba genial conmigo y aunque no deja de lado sus comentarios pervertidos me lo paso bien con él.

-Conociste la faceta que te dejé ver.

-¿Y ahora? - Pregunté mientras recogía mi pelo en una cola alta.

-Ahora igual, pero es mi verdadera faceta.

-Eso espero.

Y así pasamos la tarde, entre risas y anécdotas y me ayudó a conocerle un poco más.

-¿Te quedas a cenar? - Pregunté sonriente.

-Sí, esto... Vale.

Pedí pizzas y mientras llegaban revisé que estuviese todo en orden para mañana, sería la presentación de inglés y quería una buena nota, aparte hablar de Kevin no iba a estar nada mal.

-Llegaron las pizzas.-Gritó Kevin desde el salón, bajé corriendo ya que me moría de hambre y cuando fui a coger la mía Kevin se puso en medio. - Ey quieta impacentona, queman.

-Pero tengo hambre. - Dije haciendo un mohín con la boca.

-Angelito, te quemarás.

-Ingiliti, ti quimiris. - Dije rodando los ojos y apartándole hasta llegar a mi adorada pizza carbonara, la abrí y no pude evitar lamer mis labios. - Oh adorada pizza, eres el amor de mi vida.

Escuché una carcajada por parte de Kevin mientras él cogía la suya, creo que era la 4 quesos, no dudé ni 1 segundo y le robé un trozo.

-¡Ey, mi pizza!

-Te jodes. - Dije mordiendo el trozo que había cogido, estaba demasiado bueno.

No más que Kevin.

Cualquier día mataré a mi conciencia.

¿Eso se puede?

Lo dudo cariño.

Estuvimos comiendo mientras veíamos caso abierto en la televisión, no se en qué momento me quedé dormida, pero me desperté apoyada en el hombro de Kevin, el cual dormía profundamente. Miré mi móvil y me alarmé, eran las 11 de la noche.

-¡Kevin son las 11! - Dije saltando del sofá, no quería que le regañasen y su madre le dijo que como muy tarde tenía que estar a las 10.

-Mierda. - Se levantó de un salto y cogió su maleta, miró el móvil y en un momento llamó a su madre para decirle que se había quedado dormido un poco, por su cara de tranquilidad supuse que su madre no le había dicho nada malo. - Me tengo que ir, si no estoy allí en 15 minutos mi madre me matará.

-Oh claro, vete no quiero que te regañen.

Él asintió y se acercó a la puerta, yo fui detrás y allí nos quedamos parados. Se acercó a mí y dejó un beso en mi frente.

-Buenas noches angelito.

Y sin esperar respuesta se fue, dejándome con una sonrisa de tonta increíble.

La Última Noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora