El camino fue silencioso, Kevin puso la radio y ambos íbamos cantando las canciones que salían y nos sabíamos. Paramos a comprar algo para cenar, ya que para cuando llegamos el cielo estaba totalmente oscuro.
Al llegar me quité los zapatos y disfruté de la sensación de la madera en mis pies, Kevin dejó las cosas en la pequeña encimera de la cocina y se acercó a mí, agarrándome por la cintura.
-¿Te lo has pasado bien? - Dijo apoyando su frente sobre la mía.
-Diría que demasiado. ¿Y tú?
-Nunca me lo pasé mejor. - Apretó su agarre en mi cintura, acercándome más a él.
-¿Y qué quieres hacer? - Pregunté de manera inocente.
-Se me ocurren muchas cosas. - Dijo con una sonrisa pícara. Me agarró de los muslos y me elevó, haciendo que mis piernas se enroscaran en su cintura, caminó hacia la cocina y me dejó sentada en la encimera, fue a por una de las empanadas que compró y me tendió un trozo, se posicionó entre mis piernas y le dio un mordisco al que había cogido para él.
-¿Qué te ha regalado tu madre? - Pregunté curiosa.
-Unas clases de piano.
-Nunca te he visto tocar. - Dije acariciando su pelo.
-Y hasta que no mejore no lo harás.
-¿Me enseñarás? - Pregunté sonriente.
-Claro angelito, lo que quieras. - Me limpié la mano con la que había cogido la empanada y acerqué a Kevin para besarle, él puso sus manos a cada lado de mis caderas e intensificó el beso, mis manos viajaron a su pelo y me acerqué a él.
Me agarró de la cintura, me levantó de la encimera y sin dejar de besarme me llevó a la habitación y con cuidado me depositó en la cama.
Sabía lo que se venía y en parte tenía miedo, no quería que volviese a pasarme lo de Wallas pero sentía que con Kevin sería diferente.
Sus besos recorrieron mi mandíbula y bajaron a mi cuello, eché mi cabeza hacia atrás y me dejé llevar por esa sensación tan agradable. Sus manos acariciaban mi cintura y tripa por debajo de mi blusa, volvió a atrapar mis labios y yo le metí un tierno mordisco a su labio inferior, haciendo que soltase un gruñido ronco.
Este tío me va a matar.
Nos va a matar.
Se separó de mis labios dejando ver sus preciosos ojos azules, cuyas pupilas estaban dilatadas. Su mano seguía acariciando mi tripa y sus dedos se agarraron al filo de mi blusa.
-¿Estás segura de esto? - Dijo.
No le respondí, en cambio agarré el borde de su camiseta y tiré de ella hacia arriba, se hizo a un lado para poder quitársela y la tiré a algún lado de la habitación. Él tiró del dobladillo de mi blusa y me la sacó por la cabeza, se detuvo a mirar mi sujetador y yo me puse roja.
Y a partir de ese momento no le frené, no frené ninguno de sus movimientos, ni cuando terminó de quitarme la ropa, ni cuando yo terminé de quitársela a él, ni cuando cogió de la mesita de noche un preservativo. No le frené porque le quería, le deseaba más que a nada y eso era más que suficiente.
A la mañana siguiente me desperté y lo primero que noté fue que Kevin no estaba, me incorporé tapándome con la sábana y con ella enrollada en mi cuerpo fui hacia el salón, él estaba en la cocina solo con boxers y lleno de harina. Me acerqué y me puse a su lado, dejando un beso en su hombro.
-Buenos días bella durmiente. - Dijo quitándose la harina del pecho.
-¿Qué hora es?
-Son las 12, creo que alguien quedó cansada de ayer. - Me guiñó un ojo y yo me ruboricé, solo recordar la noche de ayer me hacía entrar en calor.
-Puede ser, fue tu culpa. - Inquirí.
-Tú me pediste otra. - Dijo metiendo lo que creo que era un bizcocho en el horno.
-Me voy a cambiar. - Dije yendo hacia el cuarto, solo que unos brazos me pararon antes, Kevin me giró y me dio un profundo beso, haciendo que mi sabana cayese al suelo.
-Me gustas más sin sábana. - Dijo dándome un beso y una palmada en el culo cuando me giré.
-Idiota.
-Tienes en el primer cajón boxers míos y una sudadera, úsala.
Y eso hice, me puse lo que encontré y fui a lavarme la cara. Al volver Kevin estaba concentrado en su móvil.
-Hola pequeña. - Dijo sin despegar la vista del móvil. - ¿Vas a desayunar? Necesitas recobrar fuerzas. - Dijo con evidente tono burlón.
-Muy gracioso. Claro. - Me dirigí hacia el bizcocho y corté un trozo, Kevin ya había comido puesto que le faltaba un pedazo ya.
Volví y me senté al lado del moreno para ver la tele, puse una serie de crímenes y me senté envuelta en una manta a comer, cuando me di cuenta Kevin me miraba divertido.
-¿Qué pasa?
-Pareces una niña pequeña. - Contestó a la vez que sacaba una foto, yo fruncí el ceño y le lancé una mirada asesina.
-Soy como una niña pequeña. - Le contesté sacando la lengua en un tono muy infantil.
-Lo de anoche no fue de niña pequeña. - Dijo señalando su espalda totalmente arañada.
-Oh, ¿te puedes callar? - Dije dándole en el brazo cariñosamente, ocasionando solo una risa por su parte.
-¿Cómo tú no hacías anoche? - Le volví a pegar y sus carcajadas aumentaron.
-KEVIN. - Chillé.
-Nena es cierto. - Le fulminé con la mirada y él se rió.
-Te voy a matar.
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La Última Noche
RomanceIdiota, prepotente, egocéntrico y estúpido. Podría pasarme todo el día hablando mal de él, va por ahí con sus aires de superioridad creyendo que va a impresionar. Kevin Frost es la definición de todo lo que está mal, pero por alguna extraña razón no...