22.

408 20 2
                                    

El camino fue silencioso, Kevin puso la radio y ambos íbamos cantando las canciones que salían y nos sabíamos. Paramos a comprar algo para cenar, ya que para cuando llegamos el cielo estaba totalmente oscuro.

Al llegar me quité los zapatos y disfruté de la sensación de la madera en mis pies, Kevin dejó las cosas en la pequeña encimera de la cocina y se acercó a mí, agarrándome por la cintura.

-¿Te lo has pasado bien? - Dijo apoyando su frente sobre la mía.

-Diría que demasiado. ¿Y tú?

-Nunca me lo pasé mejor. - Apretó su agarre en mi cintura, acercándome más a él.

-¿Y qué quieres hacer? - Pregunté de manera inocente.

-Se me ocurren muchas cosas. - Dijo con una sonrisa pícara. Me agarró de los muslos y me elevó, haciendo que mis piernas se enroscaran en su cintura, caminó hacia la cocina y me dejó sentada en la encimera, fue a por una de las empanadas que compró y me tendió un trozo, se posicionó entre mis piernas y le dio un mordisco al que había cogido para él.

-¿Qué te ha regalado tu madre? - Pregunté curiosa.

-Unas clases de piano.

-Nunca te he visto tocar. - Dije acariciando su pelo.

-Y hasta que no mejore no lo harás.

-¿Me enseñarás? - Pregunté sonriente.

-Claro angelito, lo que quieras. - Me limpié la mano con la que había cogido la empanada y acerqué a Kevin para besarle, él puso sus manos a cada lado de mis caderas e intensificó el beso, mis manos viajaron a su pelo y me acerqué a él.

Me agarró de la cintura, me levantó de la encimera y sin dejar de besarme me llevó a la habitación y con cuidado me depositó en la cama.

Sabía lo que se venía y en parte tenía miedo, no quería que volviese a pasarme lo de Wallas pero sentía que con Kevin sería diferente.

Sus besos recorrieron mi mandíbula y bajaron a mi cuello, eché mi cabeza hacia atrás y me dejé llevar por esa sensación tan agradable. Sus manos acariciaban mi cintura y tripa por debajo de mi blusa, volvió a atrapar mis labios y yo le metí un tierno mordisco a su labio inferior, haciendo que soltase un gruñido ronco.

Este tío me va a matar.

Nos va a matar.

Se separó de mis labios dejando ver sus preciosos ojos azules, cuyas pupilas estaban dilatadas. Su mano seguía acariciando mi tripa y sus dedos se agarraron al filo de mi blusa.

-¿Estás segura de esto? - Dijo.

No le respondí, en cambio agarré el borde de su camiseta y tiré de ella hacia arriba, se hizo a un lado para poder quitársela y la tiré a algún lado de la habitación. Él tiró del dobladillo de mi blusa y me la sacó por la cabeza, se detuvo a mirar mi sujetador y yo me puse roja.

Y a partir de ese momento no le frené, no frené ninguno de sus movimientos, ni cuando terminó de quitarme la ropa, ni cuando yo terminé de quitársela a él, ni cuando cogió de la mesita de noche un preservativo. No le frené porque le quería, le deseaba más que a nada y eso era más que suficiente.

A la mañana siguiente me desperté y lo primero que noté fue que Kevin no estaba, me incorporé tapándome con la sábana y con ella enrollada en mi cuerpo fui hacia el salón, él estaba en la cocina solo con boxers y lleno de harina. Me acerqué y me puse a su lado, dejando un beso en su hombro.

-Buenos días bella durmiente. - Dijo quitándose la harina del pecho.

-¿Qué hora es?

-Son las 12, creo que alguien quedó cansada de ayer. - Me guiñó un ojo y yo me ruboricé, solo recordar la noche de ayer me hacía entrar en calor.

-Puede ser, fue tu culpa. - Inquirí.

-Tú me pediste otra. - Dijo metiendo lo que creo que era un bizcocho en el horno.

-Me voy a cambiar. - Dije yendo hacia el cuarto, solo que unos brazos me pararon antes, Kevin me giró y me dio un profundo beso, haciendo que mi sabana cayese al suelo.

-Me gustas más sin sábana. - Dijo dándome un beso y una palmada en el culo cuando me giré.

-Idiota.

-Tienes en el primer cajón boxers míos y una sudadera, úsala.

Y eso hice, me puse lo que encontré y fui a lavarme la cara. Al volver Kevin estaba concentrado en su móvil.

-Hola pequeña. - Dijo sin despegar la vista del móvil. - ¿Vas a desayunar? Necesitas recobrar fuerzas. - Dijo con evidente tono burlón.

-Muy gracioso. Claro. - Me dirigí hacia el bizcocho y corté un trozo, Kevin ya había comido puesto que le faltaba un pedazo ya.

Volví y me senté al lado del moreno para ver la tele, puse una serie de crímenes y me senté envuelta en una manta a comer, cuando me di cuenta Kevin me miraba divertido.

-¿Qué pasa?

-Pareces una niña pequeña. - Contestó a la vez que sacaba una foto, yo fruncí el ceño y le lancé una mirada asesina.

-Soy como una niña pequeña. - Le contesté sacando la lengua en un tono muy infantil.

-Lo de anoche no fue de niña pequeña. - Dijo señalando su espalda totalmente arañada.

-Oh, ¿te puedes callar? - Dije dándole en el brazo cariñosamente, ocasionando solo una risa por su parte.

-¿Cómo tú no hacías anoche? - Le volví a pegar y sus carcajadas aumentaron.

-KEVIN. - Chillé.

-Nena es cierto. - Le fulminé con la mirada y él se rió.

-Te voy a matar.

La Última Noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora