Capítulo 13

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Todavía me cuesta entender algo tan simple como ésto.

Mi cerebro de pescado no puede procesar tanta información al mismo tiempo, porque sino termino con un bug cerebral marca autito.

A ver, vamos a recapitular todo de nuevo.

Sonido de viaje en el tiempo.

# Le contamos a Samara respecto a porqué soy la paciente de su hijo.

# Le explicamos que Fabricio me invitó a tomar algo, fuera de su consultorio, cosa que no es normal, pero él tuvo sus motivos.

# Hablamos respecto a lo que pasó en los dos cafés a los que fuimos. Y que por éso fuimos a su casa.

# Ella accede a investigar junto conmigo el porqué Ian está acá, cuando no debería.

# Y por último ella nos cuenta de cómo es que nos conocimos con Fabricio hace aaaaños. Cosa que me impactó, pero trato de disimularlo, obviamente.

O sea que si él me conoció cuando yo era una bebé recién nacida y siempre estuvo ahí, ¿Por qué no lo recuerdo? Aggg estúpida memoria de porquería que no sirve.

Cuando necesito recordar algo importante, me hace la contra y no recuerdo un cuerno.

Pero si hay algo que quiero olvidar -como mi pasado por ejemplo-, me lo recuerda siempre y ni en mis sueños puedo estar tranquila, porque hasta ahí me atormenta.

Maldita mente que nunca me hace caso.

Volviendo al tema. Samara dijo que éramos muy unidos. Y tal parece que estábamos "Enamorados" o algo así.

Y cuando tenía 3 años Fabricio me preguntó si quería ser su novia...

¡Santa mierda!.

¡Hasta que recuerdo ése detalle!.

No sé qué es lo que respondí, porque no lo recuerdo y necesito saber, pero Samara no nos dijo. Nicolás es su cómplice. Y Fabricio, bueno, él parece estar procesando todo, además de que estoy enojada con él y no voy a dar mi brazo a torcer.

Si lo sé, soy muy orgullosa. Pero tienen que entenderme.

Tiene novia y aún así hace días viene haciéndose el lindo, bueno y comprensivo conmigo. Y no es así. Él tiene que ser así con su novia, no conmigo.

¡Necesito respuestas!.

Y de repente siento como mi cerebro de pescado funciona.

Ya sé quién puede darme respuestas.

¡Jim! El es mi guardaespaldas. Aunque él lo es desde que tenía 4 años, pero algo más debe haber pasado cuando él empezó a trabajar para nosotros, algo debe haber visto. No creo que no haya visto nada y menos sabiendo que él estaba siempre cerca mío.

Automáticamente giro mi cara hacia mi amigo y confidente, captando la atención de todos los presentes.

- Jim cielo -le sonrío dulcemente y creo que se dió cuenta de que quiero respuestas.

- No sé si pueda responderte a lo que querés saber -responde mirando a Samara quien está con ésa mirada asesina otra vez, tengo miedo. ¡Carajo! Soy Helena Driscolld no me intimida nadie. O bueno mejor dicho casi nadie, porque cuando mi mamá pone la misma mirada que Samara puso ahora, cualquiera le tiene miedo.

- Es que necesito saber corazón -digo calmada pero con ganas de salir corriendo como loca para encontrar a alguien que si quiera contarme la otra parte de la historia-, no puedo quedarme con la duda -Samara me mira con una sonrisa dulce, pero yo no puedo decir que hice lo mismo, porque me está dejando con la intriga y no quiero saber un chisme por la mitad. ¡Por favor!-, señora Samara, en serio se lo digo, necesito que termine de contar la historia, porque yo no recuerdo nada y capaz que así recuerde algo -pido al borde de la locura. No puedo estar así por un chisme, pero es que no es cualquier chisme. ¡Es un chisme de mi infancia! En donde Fabricio y yo estábamos enamorados.

Enamorada de mi psicólogo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora