One-Shots [Genshin Impact x lector/a]

[Preferencia 9| Albedo]

[¿Cómo sería pasar una tarde en Espinadragón con Albedo?]

—Albedo es un hombre ocupado. Lo notas cada vez que te acercas al puesto de alquimia en Mondstadt, y, sencillamente, te encuentras con Sacarosa enfrascada en uno de sus experimentos o con Timaeus observando fijamente algunas fórmulas de alquimia. Albedo, por lo general, era imposible de contactar, y ya comenzabas a hartarte de eso.

—Por eso mismo, una agradable tarde en la que no tenías nada realmente interesante que hacer, trataste de encontrar a Albedo. Comenzaste buscando en Mondstadt (principalmente tratando de sacarle información a Sacarosa, que casualmente se encontraba por la zona de alquimia), pero, nuevamente, ella tampoco parecía saber exactamente la ubicación de Albedo.

—"Lo siento mucho", se disculpó la tímida alquimista, bajando sus orejas en un gesto involuntario de incomodidad.

—Realmente parecía triste por no poder ayudarte a buscar a Albedo, pero entonces... Una idea cruzó la mente de la joven, quien sonrió tan repentinamente que tu propio corazón dio un vuelco.

—"¡Busca por Espinadragón!", exclamó ella tras unos segundos pensativa. "Creo que lleva un par de días buscando inspiración para su nuevo cuadro, y ese parece el lugar adecuado para encontrarla", completó su explicación.

—Asintiendo con la cabeza, pensaste que parecía una bastante buena teoría. A pesar de que por culpa del trabajo de Albedo apenas habías podido pasar tiempo con él, le habías llegado a conocer lo suficientemente bien como para saber que si él buscaba inspiración, Espinadragón era su sitio preferido para pintar.

—Así que, tal vez, si ibas a Espinadragón (obviamente preparándote con lo necesario para no morir de frío o de hambre) podrías encontrarlo en alguna zona con su lienzo y pincel.

—Llenándote de esperanza, tomaste una gran bocanada de aire y tomaste tus más preciadas pertenencias: una pequeña billetera con algo de Mora, tu arma por si las cosas se ponían peligrosas, el cinturón que contenía tu visión y un abrigo lo suficientemente cálido para aguantar un buen rato lejos de una hoguera.

—Tras prepararte como era debido, te encaminaste hacia las tan heladas montañas. Era un lugar nostálgico, teniendo en cuenta que ahí fue donde conociste a Albedo... Pero a la vez era un lugar peligroso, así que no debías menospreciar los peligros que podrías encontrarte ahí.

—Afortunadamente, por primera vez en tu vida notaste cómo ningún hilichurl o ladrón de tesoros se interponía en tu camino hacia el estudio de alquimia de Albedo. Parecía que no había ningún enemigo a la vista, y eso hizo que llegases a tu destino en menos tiempo del esperado.

—Y, para reafirmar tu buena suerte... ¡Ahí estaba Albedo! De espaldas, su esponjoso cabello caía suavemente sobre sus hombros, y podías vislumbrar su perfil.