Capítulo 36

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"¿DE QUÉ HUYES?"

Diana
* * *














Apoyo mi cuerpo sobre un árbol mientras vez tras vez giro para comprobar que él no ha conseguido encontrarme.

Me encuentro en el jardín de Neverland. Le he pedido a Michael tomar un poco de aire pero, para mi desgracia, envió a Chris para acompañarme, cosa que no me agradó en lo absoluto y ahora me encuentro huyendo de él. Hasta ahora, he conseguido perderlo, pero sé que me sigue buscando, porque es un idiota que, al parecer, no se rinde fácilmente.

Y es que no he aguantando su presencia tan irritante, sentir vez tras vez que me jalaba del cabello, que me llamaba con ese tono engreído y que me miraba con esa sonrisa ganadora que solo él sabe dibujar. Cielo santo, jamás sentí un odio así por alguien. Generalmente, me llevo bien con las personas y hasta busco hacerme amiga de todas. Pero no, con él no sucedió. Cuando lo vi por primera vez en el avión que tomaba junto a Allison, rumbo hacia Los Ángeles, no lo sé, solo obtuve como respuesta apartarlo de mí rápidamente. Fue... una respuesta rápida, como si mi cuerpo se defendiera por sí sola.

Vuelvo a mirar hacia atrás. No hay nadie.

Respiro hondo y miro hacia arriba, hacia el refugio que me brinda este árbol. Ese tipo creo que espera que me coloque frente a él y le diga que no me agrada con todas las letras para que, finalmente, decida dejar de molestarme. Dios mío.

Por otro lado, estoy muy emocionada. De vez en cuando, mientras estoy sola, me pongo a pensar en dónde me encuentro... Estoy en la casa de mi artista favorito y creo seguir sin poder creerlo. No sé cuándo sucedió todo esto. Y quiero dibujar una sonrisa cuando recuerdo que mi hermanita siente algo por él. ¿Y si se casan? Estaría con él toda mi vida. ¡Dios mío! Solo ruego que Michael... también sienta lo mismo que Allison. Sin embargo, debo decir que él es algo tímido si es que sucediera. Además, como es alguien más grande que nosotras, seguro no tiene esa valentía impulsiva de un joven, sino que debe pensar en todo lo que conlleva.

Cierro mis ojos. Mi hermana también es algo tímida al respecto. Diría que nunca daría el primer paso porque... es la típica chica que espera que el tipo se acerque a ella y la rescate. Meneo con la cabeza.

Y suspiro.

Aprieto mis labios y escucho unos pasos. Pero, no tengo tiempo para responder cuando unas manos cubren mis ojos desde atrás. Me enderezo y mi sangre comienza a hervir.

—Adivina quién soy, gitana —me dice con un tono juguetón, cosa que no genera en mí más que enojo.

Tomo de sus manos y las aparto de mí rápidamente, pero él responde al instante. Toma de mis brazos y me hace girar para verlo.

—¿Crees que a mí sí me gusta estar aquí contigo? —me dice y frunzo mi entrecejo.

—¿De qué...

—Aclaremos de una vez el asunto —añade y solo me dedico a mirarlo bajo mis pestañas—. Ya no podemos seguir así, los dos, como si fuésemos perro y gato, y hablemos.

—¿Hablar?

—Sí. A mí tampoco me gusta ver tu rostro cada día.

—¿Y por qué no te vas? —escupo y él me mira fijamente—. ¿Por qué no me dejas en paz de una maldita vez?

—¿Crees que me agrada escuchar cada día ese español ridículo que haces? ¿Ver esa sonrisa tonta que dibujas para todos y escuchar esos gritos que haces a cada rato? —me dice y separo mis labios—. Sin mencionar esos chistes pésimos que dices a cada rato.

Encontrarte © | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora