Capítulo 47

423 23 159
                                    

TOKIO

Diana
* * *




















¿Así que está con el hombre de mis sueños?

¿Así que no me avisó?

¿Así que... no me invitó?

Sonrío.

Pero... eso cree ella.

Ahora mismo caminaré hacia la casa de Adam. ¿Acaso cree que no sé su dirección? Pues se equivoca. Sonrío y acomodo mi cabello para caminar hacia mi espejo. Tomo un hidratante de labios y me lo coloco, para que los mismos tengan una apariencia más atractiva. Dejo lo que tomé en su lugar, le doy forma a mi cabello y camino rumbo hacia la salida. Antes de que pueda abandonar mi casa, veo que mi mamá se encuentra leyendo un libro junto a mi pequeña Kiara. Una sonrisa se escapa de mí ante tal escena y pronto abandono el lugar para estar entre las calles de Lompoc.

Kiara es una niña muy dulce, pero segura en lo que hace. Siempre lo fue, incluso cuando la encontré aquel día, en el parque cerca de nuestra casa, en Nueva York. Generalmente, es responsable, pero no deja de ser una niña, una niña que se ha ganado mi corazón. Pronto comenzará las clases pues tiene seis años. Mi padre ya está concluyendo con la policía para que pueda ser mi niña legalmente.

Acomodo un poco mi cabello, moviendo mi cabeza y me encuentro con un vendedor de hamburguesas. Al ser la hora de comer, mi estómago ruge al darse cuenta. Me acerco al tipo y le pido una con queso. Él no tarda mucho en entregarme lo que le he pedido, y le pago. Pronto, continúo mi rumbo mientras como de lo que he comprado.

No hay tanta gente el día de hoy en las calles de esta ciudad, o al menos del lado del que me encuentro. ¿Será que hay algo hoy que ha tomado la atención de casi todos los de aquí? Me encojo de hombros y cruzo una calle más. Cuando me encuentro con un cesto, no dudo en tirar allí el papel que he utilizado para limpiarme. Sí, tenía tanta hambre que ya me devoré la hamburguesa.

Sacudo un poco mis manos y sigo observando cómo la mayoría de las tiendas están cerradas.

Cruzo una calle más y unos silbidos interrumpen mi caminata. Giro mi mirada, y un grupo de chicos se encuentran sentados, mirándome. Sus sonrisas de inmediato me repugnan, como si fuesen la gran cosa cuando se ve que no hacen más que entregarse a lo más inútil. Desvío la mirada y decido continuar con mi caminata, mas puedo sentir cómo esos tipos se ponen de pie para caminar detrás mío. Procuro caminar un poco más rápido para mantenerme cerca de una pareja que está caminando delante mío.

Hey, bonita. ¿Por qué el apuro? —dice uno de ellos con una voz algo burlesca. Los ignoro completamente y cruzo otra calle más. Unas risas se escuchan desde atrás.

Qué bonitas piernas, preciosa.

Y ríen una vez más. Sin embargo, mis párpados cobran un peso desconocido y mi corazón comienza a tener cierto hormigueo desagradable, y aumenta su intensidad cuando la pareja que estaba frente a mí sube a un taxi.

Trago saliva y, durante mi caminata, me encuentro con un pequeño callejón que me lleva directo hacia el otro lado de la calle en donde pasan algunas personas. Dudo un poco, pero no lo pienso dos veces. Sujeto mi bolso y me apresuro en atravesar ese callejón para alejarme de ellos de una maldita vez.

En ese momento, toman de mi brazo.

—¡No me toquen! —exclamo, girando y alejándome bruscamente, y veo su sonrisa llena de burla. Vuelvo con la intención de seguir caminando, pero dos de esos chicos se colocan frente a mí.

Encontrarte © | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora