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Capítulo 22

"ATAQUE DE AGUA"

Allison
* * *

Suena el ding del ascensor.

Salimos y caminamos lentamente en el pasillo.

—¡AHHHHHHHHHHHH!

Corro hacia mi hermana y le cubro la boca, mirando a mi alrededor, por si hay alguien rondando por aquí, aunque es muy probable que no.

—¿Estás loca? —pregunto—. Podrías molestar a otras personas.

—¡Bbbb bb bbb bbbbb! —dice. Frunzo el ceño y retira mis manos de ella—. ¡Dije a quien le importa! ¡No hay nadie aquí; es nuestro piso!

Meneo la cabeza.

—¡Cielo santo! ¡Se ve más lindo en persona, Dios mío! —exclama y toma de mi brazo para detenerme—. ¡QUE ALGUIEN ME PELLIZQUE, SANTO PEDRO, DIOS MÍO! YO SOÑANDO con este momen... —Y se pone a llorar.

No sé si echarme a reír por sus cambios emocionales. Comienza a abrazarme y a apoyar su rostro en mi pecho mientras arroja sus lágrimas a mares. Empieza a chillar y veo cómo su rostro ha cobrado color.

Y no sé cómo calmarla...

Creo que no puede con tanto, y más al saber que él vendrá mañana. No debí darle esa noticia aún. Solo provocará insomnio en ella. Meneo la cabeza una vez más y, como puedo, abro su puerta y entramos a su suite. Cierro y nos sentamos en la sala. Ella sigue chillando en llantos y gritos, y la dejo allí, para irme hacia la cocina y poder conseguir un vaso de agua fría. Necesita bajar la temperatura...

Consigo el refresco y vuelvo a Diana quien se encuentra mirándome mientras abraza una almohada de las pequeñas que se apoyan en los sillones.

—Ten —le digo y le extiendo el vaso—. Anda, tómalo.

—Perdón, Alli... —expresa y agradece por el vaso. Tomo asiento—. Jamás... imaginé que lo vería cara a cara, ¿sabes? Solo en mis sueños... Nunca lo imaginé. Y gracias a ti, hermanita.

—Un momento —irrumpo—. ¿Estás siendo amable conmigo? No lo creo.

Lanza una risilla.

—Gracias, boba más sensible que un insecto. ¿Te gusta más, cucaracha? —responde. Le lanzo una de las pequeñas almohadas y reímos.

—Sí, porque es a tu manera —expreso y se lanza a mí para estrecharme en un abrazo.

—Me resistí a tomarle fotos o a pedirle autógrafos. Quiero que también sea mi amigo, sin mencionar que pasaremos más momentos con él. Para eso vinimos. —Y nos alejamos. Asiento a lo que dice.

—También es mejor para él —añado—. No vinimos aquí para sofocarlo, sino para tratarlo como es, una persona común como nosotras que siente y respira. ¿Sí? —recalco y ella parece estar de acuerdo—. Muy bien. Cuando nos despidamos de él para volver a casa, ahí sí puedes explotar como fan, si quieres.

—Gracias, chamán.

—De nada —le sigo.

Y compartimos el resto de la noche con algunas películas de comedia y drama que nos encanta cuando estamos solas, desveladas.