Capítulo 26

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DÍAS AFUERA

Michael
* * *












6:05 a.m.

Decido salir de la habitación y me dirijo hacia el baño. Todo está silencioso. Los niños aún duermen.

Cuando me veo en el espejo, noto que el maquillaje que uso para poder emparejar mi piel, se ha removido. Mis ánimos bajan y comienzo a ponerme de malhumor como cada mañana, aunque trato de ocultarlo con los demás. Detesto amanecer de esta manera, despertarme temprano para poder corregirme y que nadie se espante por lo que sufro en la piel.

A veces me desanimo tanto padecer de vitíligo. Sé qué hay más personas como yo que viven esto, pero, desgraciadamente, mi piel oscura hace que esta sea aún más notoria. Y no quiero que nadie me vea así. Por eso, despierto y trato de arreglarme antes de que todos despierten o, si me quedo dormido y me llaman, finjo seguir durmiendo para correr y equilibrar mi aspecto.

A veces quisiera que esta maldición se fuera de mí para levantarme con normalidad, sin la necesidad de usar una máscara que muestra tranquilidad despreocupada. Solo con personas de mucha confianza puedo estar sin maquillarme.

Tallo mis ojos y, después de unos minutos, salgo del baño y tomo asiento en la sala. Paso mis manos sobre mi frente y luego, cuando las bajo, las veo. Subo un poco la manga de mi pijama y veo cómo mi piel se divide allí, en la muñeca, y se aclara. Me cubro nuevamente, algo molesto y vuelvo a inclinarme hacia adelante, con las manos en mi rostro.

Creo que paso un buen tiempo allí, sentado, tratando de luchar contra los pensamientos negativos. Debo estar bien. Hoy es un nuevo día. Allison posiblemente se vaya el jueves o el viernes por la mañana, y debemos aprovechar estos días, y más aún que, tras su ida, continuaré con la producción de mi nuevo disco, y sin descanso. A veces pienso tanto en eso. Pero me concentraré y le dedicaré mi tiempo una vez que ella se haya ido. Todavía no.

No pasa tanto que comienzo a escuchar varias pisadas que se acercan a mí. Son los niños que no paran de sonreírme. Todos me expresan que quisieran tomar algo o desayunar, pero les digo que sí, solo que ahora deben irse con sus padres.

Salimos del lugar y vamos hacia mi casa. Entramos directamente hacia la cocina y puedo ver a Diana sentada en la mesa junto a un té y unas galletas. Cuando me mira, solo puedo encorvar un poco mis labios y guío a los niños hacia la mesa mientras Raquel me ayuda, colocándoles vasos para cada uno. Cuando quiere servirles, decido hacerlo yo y tomo la jarra de jugo.

Me encantaría, Adam —escucho. Es Allison. La busco y está al fondo de la cocina—... Poder vernos y correr... Me encantaría que nos veamos...

¿Quién será Adam?

Mientras les sirvo a los niños, un recuerdo viene a mí. Adam White, el gerente del restaurante. Parecía conocer a Allison aunque no presté tanta atención a eso. O quizás haya leído sobre ella en los periódicos. No lo sé. Pero, al parecer, está interesado en ese sujeto por la forma en la que habla.

Vuelvo a verla y, justo en ese momento, ella gira para mi dirección. Desvío la mirada inmediatamente y escucho cómo finaliza con la llamada.

¿Por qué me molesta la simple idea de que, quizás, esté interesada en alguien que... no fuese... Meneo la cabeza y ella se acerca.

—Buen día, Mike —me saluda—. ¿Cómo dormiste?

Pero estoy tan desanimado que, automáticamente, respondo—: Bien, muy bien. —Y guío a los niños para que me sigan a la sala—. Llevaré a los niños con sus padres. Regreso en un momento.

Encontrarte © | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora