Capítulo 39

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"¿QUIÉN?"

Allison
* * *



























Él saca las llaves y no tarda en abrir la puerta. Me invita a pasar y yo solo acepto, acepto adentrarme a su casa. No me ha llevado ni a la mía ni de regreso a Neverland porque quise evitar cualquier encuentro posible. Esta noche no quiero ver a nadie más, no quiero hacerme ni un cuento más. Ya viví y miré lo suficiente...

Me abrazo a mí misma cuando la oscuridad más densa de su casa cerrada nos atrapa. Pero él no tarda en encender las luces.

—Tengo una habitación para ti. Sígueme.

Solo asiento y acomodo sobre mis hombros el saco que me ha cedido. Lo sigo mientras contemplo las decoraciones de la sala y los enormes cuadros que hay en las paredes. Solo me pregunto dónde están sus padres y si se encuentran descansando, para evitar cualquier ruido. Pero no estoy de ánimos de conversar sobre nada. Solo quiero acostarme y perderme en un profundo sueño.

Pronto, empezamos a subir unas escaleras. Yo me apoyo sobre las barandas y me esfuerzo en que mis pasos sean más silenciosos por si las dudas. Y llegamos al segundo piso. Acá solo hay barandas en forma de círculo ya que en el centro hay un gran espacio abierto desde donde se puede ver la sala de abajo, la que pasamos recién. Caminamos por el poco espacio que hay entre las barandas y las puertas y paredes, y llegamos a una puerta. Adam toma de la perilla y yo solo lo sigo. Ambos nos adentramos.

—Espero que te sientas cómoda aquí. Mis padres no están en casa, volverán mañana en la noche—me dice mientras lo veo cerrar la puerta. Giro mi mirada hacia la habitación y no estoy para evaluar nada, hasta un pozo sin fondo me parece cómodo en estos momentos. Solo asiento sin energías y él frunce sus labios. Camina hacia la cama y destiende su manta y sábanas, y acomoda un poco las almohadas las cuales se ven demasiado cómodas. Él se acerca a mí y toma su saco de mis hombros—. Si necesitas ropa, puedes tomar la que quieras del armario. Todo está limpio y como nuevo.

Y frunzo levemente el ceño. ¿Esta es la habitación de alguien más?

—No te preocupes —agrega como si me leyera—, el dueño de este cuarto solo vino dos veces en toda su vida, pero no vive aquí. Hace años que no aparece, así que no te preocupes por eso.

Solo asiento vagamente y pronto se acerca a mí para plantarme un beso en la frente. Agradezco en silencio que no me haga ninguna pregunta.

—Volveré al restaurante —susurra. Lo veo bajo mis pestañas difícilmente por la pintura derramada que tengo sobre mis ojos. Su mano aún está apoyada en mi nuca—, pero cualquier cosa, me llamas. ¿Está bien?

Solo asiento una vez más sin energías. Él dibuja una línea en sus labios, sin expresión alguna y no pasa tiempo cuando lo veo irse de aquí, dejándome sola en el momento. Suspiro y, antes de acostarme, veo lo que llevo puesto. Este hermoso vestido que no debí colocarme desde un inicio. Camino hacia el armario y abro sus puertas, y me encuentro con ropa bastante cómoda. Tomo una blusa blanca con tirantes, y unos pantalones cortos de color gris claro. Me coloco ambas prendas y abandono el vestido sobre un asiento.

Pronto, camino sin zapatos hacia la cama y me tumbo en ella. Me cubro con las sábanas y me acurruco en mi propio lecho mientras cierro mis ojos con algo de fuerza, sintiéndome tan herida, con la rotura tan fresca y viva. Pero no quiero pensar más en eso, solo lucho con quedarme dormida y comenzar un nuevo día desde cero.

Y olvidarme de ti, Michael...

Pero un fuego crece en mi interior que me obliga a elevar mi cuerpo. Solo giro sobre la cama para dejar mis pies afuera, y me mantengo sentada, reviviendo una serie de imágenes que no hacen más que demoler lo poco que queda de mí. Pero la imagen que más se destaca en mi mente es aquella que guardé de aquella noche en Neverland, cuando estaba junto a mi hermana sobre un árbol gigante. Aquel momento en que giré mi mirada, con la intención de ver el carrusel una vez más, pero que terminé viendo la felicidad, más iluminada que todo el parque de diversiones, en aquel beso que se dieron ellos dos... Lisa y Michael...

Encontrarte © | Michael JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora