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El día de hoy íbamos a la casa del superintendente

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El día de hoy íbamos a la casa del superintendente. Teníamos una duda, no sabíamos si éramos policías o que es lo que estábamos haciendo, así que ahora conducía a su casa.
Pero nos dimos cuenta que no era la misma casa a la que habíamos ido días atrás, este era un departamento. Pero no era como el nuestro, el edificio era enorme, se veía muy caro, supongo que él puede comprar lo que quiera, es el superintendente, debe de tener mucho dinero.

Justo cuando estaba estacionando el carro, Jack salió del edificio, tal vez nos vio.

Fuimos con él y nos dijo que pasaramos a su departamento. Apenas entramos, en frente de nosotros había una sala, con sillones oscuros y una alfombra roja, las paredes y el piso eran blancos, pero detrás de esta había un ventanal enorme, abarcaba toda la pared, se podía ver la ciudad. Era muy hermoso.

Nos sentamos en el sillón, yo estaba en medio de ambos. Gustabo empezó a hablar mientras que Horacio y yo mirabamos el enorme departamento.

—Verá, nosotros tenemos una duda, y es que no sabemos si formamos parte del cuerpo o que pero primero ¿cómo está usted?

—¿Queréis tomar algo?— preguntó, ignorando lo que le dijo el güero.

—Bueno — contestaron.

—Yo quiero agua, por favor — le dije.

Asintió, soltó un suspiro y camino a la cocina. Regresó con nosotros, traía tres vasos vacíos, uno de agua y una botella de whisky. Dejó todo en la mesa.

—Ahora, su situación— dijo, mientras se servía whisky y le daba un buen trago.

—Hemos estado pensando y queremos hacer las cosas bien— dijo Horacio.

—Queremos entrar al cuerpo — terminó Gustabo.

—¿Estáis conscientes de que si entráis ya no vais a salir? — nos preguntó para después pararse del sillón y mirar al gran ventanal.

—Nosotros ya estamos dentro— dije alzando los hombros.

—Lo primero que tienen que saber — dijo parándose enfrente de nosotros cruzando los brazos — es que si entráis, la bala en la cabeza la tenéis casi asegurada.

Fue al ventanal de nuevo, nosotros nos paramos y nos pusimos a su lado.

—¿Os gustan las vistas?

Se veía toda la ciudad y a lo lejos se veía el mar.

—Nada es infinito, ni vosotros ni yo, en algún momento solo habrán cenizas — me miró por unos segundos y regresó su vista al frente — Quiero que sepáis que ahora ya no importa su pasado ni su futuro, solo importa su presente.

Solté un suspiro y me crucé de brazos.

—Yo pasado no tengo mucho — dijo Gustabo— solo sé que esas dos personas siempre estuvieron para mí.

No fear || Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora