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Un capítulo tierno porque ya hacía falta uno en el que no sufrieran jijiji

Un capítulo tierno porque ya hacía falta uno en el que no sufrieran jijiji

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Solté un suspiro mientras me abrazaba a mí misma sentada en el sillón. Ahora sí me sentía tranquila. Ya habían pasado tres meses de todo. Gustabo ahora se encontraba en un psiquiátrico, Horacio y yo lo visitábamos. El de cresta ahora era feliz con su amado ruso. Y ahora los integrantes de la mafia estaban en la cárcel, se quedarían ahí, literalmente, para siempre.

Jack llegó a mi lado y se sentó. Me miró con ternura y no pude evitar ponerme nerviosa aunque ya llevábamos varios meses. De fondo se escucha música suave que Conway eligió, probablemente era una canción vieja que yo no reconocía, pero hacía el momento más romántico.

Mi novio ahora estaba haciendo papeleo, la mesa de la sala estaba llena de hojas, ya era un poco tarde pero aquí andaba yo esperándolo.

—Ve a la cama — me dijo, aportando sus ojos y tomando algunos papeles — no tienes porque quedarte.

—Si voy no podré dormir, así que dará lo mismo — respondí, sentándome con los pies cruzados — te diría que te ayudo pero no entiendo ni madres de lo que haces.

Soltó una risa corta y me dio un beso en la mejilla.

Esto me generaba tanta paz. Ya no estaba de infiltrada en una mafia, ya no teníamos que ocultar nuestra relación. Todo era más lindo.

La ropa que traíamos puesta me daba gracia, los dos estábamos en ropa interior, ambos vestíamos una camisa blanca, obviamente las dos camisas eran de él. Me sentía cómoda.

Tomé mi celular y empecé a tomarnos fotos, a veces solo yo aparecía, en algunas solo él y en otras los dos. Lo chistoso es que Jack no volteaba a la cámara porque estaba muy concentrado en su trabajo.

Me recargue en su hombro y empecé a jugar con mi cabello.

—Joder, estoy hasta los cojones de esto — se quejó, recargándose por completo en el sillón. Pasó una mano por mi cintura y cerró los ojos.

—Ya déjale hasta ahí entonces.

Soltó un suspiro.

—Jack — lo llamé. El musitó algo que no entendí, supongo que significaba que me escuchaba — te amo.

—Y yo te amo a ti — sonrió y me beso.

Me separé y acaricié su nuca, haciendo recorridos hacia su cara.

—Estás bien chulo, mira nomás — lo tome de los cachetes y los apreté — ¡ay que guapo que estás!

—Antes no pensabas eso — rió, poniéndome más cerca de él y quitando mis manos con cuidado — antes me... me mentabas la madre, como dices tú.

Solté una carcajada.

—O sea sí, antes me caías bien mal, pero siempre pensé que eras guapo.

—Todos piensan que soy guapo.

—Sí, sí, super — me burlé.

—Recuerdo mucho cuando fuiste a por el gallego a comisaría — empezó, mirando al techo, todavía sonriendo — y yo te molestaba diciendo que vosotros erais novios, tú explotaste.

—Pues tú estabas friegue y friegue...

—No me hables así — me interrumpió burlándose, tratando de imitarme y yo le pegué un golpe de broma en el abdomen.

Se paró y me tomó de la mano para que hiciera lo mismo, una música lenta se hizo presente.

—Bailemos.

Le sonreí y pase mis manos por su cuello.

Kiss me once — cantó y me dio un beso corto — kiss me twice — otro beso — and kiss me once again — y me dio otro beso.

—Eres muy romántico.

—Podría ser lo que sea por ti.

Lo mire enamorada. Con cada caricia suya, con cada palabra, no podía hacerme sentir más que especial. Hacía que mi corazón latiera más rápido de lo normal y que me pusiera roja hasta las orejas por las cosas que hace por mí. Realmente estaba enamorada de él.

Nos mecíamos al ritmo lento de la canción. Nos mirábamos a los ojos, soltando suspiros llenos de amor.

—Me haces feliz — se sinceró — mira lo que me haces — puso su mano sobre la mía y la bajo hasta donde se encontraba su corazón — ¿lo sientes?

Asentí con ternura. Su corazón latía demasiado rápido, nos seguíamos meciendo. Sentí su mirada, mis ojos estaban en su pecho. Solté una risa tonta.

—Así me tienes tú — levante mi mirada. Puse la suya en mi pecho y mi corazón estaba igual que el de él. Estaban como locos.

Juntó nuestras frentes y nos seguimos moviendo con lentitud. Me acerqué a sus labios y le robé un pequeño beso. Sonrió e hizo lo mismo conmigo.

La escena era digna de una foto. Ambos en ropa interior, bailando en medio de la sala. No necesitábamos hablar mucho, nos entendíamos igual.

La canción terminó, nos quedamos abrazados, disfrutando del silencio y de nuestra compañía.
Pero ya teníamos que ir a dormir.
Nos separamos, y sin decir todavía nada caminamos a la habitación. Ya nos encontrábamos acostados y con las luces apagadas, nos seguíamos mirando a los ojos.

Nos sentíamos tan cómodos.

—No quiero separarme de ti.

—No tienes porque hacerlo — le di un último beso bien tronado en los labios.

Ambos nos quedamos dormidos.

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No fear || Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora