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Todos los sábados iba a visitar a mis amigos a la cárcel, ellos se seguían sintiendo culpables, pero me hacía sentir un poco mal que se sintieran así aunque sabía que no debieron de esconderme cosas, espero que no lo hagan otra vez

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Todos los sábados iba a visitar a mis amigos a la cárcel, ellos se seguían sintiendo culpables, pero me hacía sentir un poco mal que se sintieran así aunque sabía que no debieron de esconderme cosas, espero que no lo hagan otra vez.

Jack de vez en cuando se quedaba a dormir conmigo. No pasábamos de besos, eso estaba bien para mi, habian veces que hasta nos quedamos hablando hasta la madrugada de cualquier pendejada, era lindo.

Hoy era el día en el que saldrían mis hermanos, así que me estaba alistando porque mi novio vendría por mi para poder sacarlos de la federal. Mentiría si dijera que no me siento feliz, en verdad quería abrazarlos y madrearmelos a la vez, los extrañaba mucho.

Amarre mi cabello en una coleta para después agarrar una pequeña bolsa en donde guarde dinero, mi celular y mis llaves. Escuche golpes que venían del otro lado de la puerta. Me acerqué y la abrí para ver a mi novio con las manos en su cintura mientras me daba una sonrisa. Le di un pequeño beso en sus labios y le quite los lentes para después ponerlos en mi cabeza.

Cerré la puerta detrás mía y bajamos las escaleras hasta llegar a su carro.

Nos subimos en él y arrancó directo a la federal.

En mi mente preparaba un gran regaño para que entendieran la gravedad de sus actos. Porque son tan mensos que ya se comieron dos meses en la cárcel, se hubieran ahorrado todo si tan solo me lo hubieran platicado, aunque probablemente hubieran ido de todos modos por el impulsivo de Gustabo y porque Horacio siempre le sigue la corriente.

Al llegar nos recibieron unos guardias los cuales ya traían a mis amigos, y de tan solo verlos se me aguadaron los ojos.

Llevaban puesto su uniforme de policía ya que fue la ropa con la que entraron. Podía ver unos pequeños moretones en sus caras y en parte de sus brazos, a los dos les había crecido un poco la barba a tal punto de ser visible. La cresta de Horacio estaba despeinada al igual que un poco despintada por la falta de cuidado.

Al verme les brillaron los ojos y sin esperar corrieron hacía mí, casi tirándome al suelo.

—Perdón, Moni — se disculparon sin dejar de abrazarme.

Di unas caricias en su espalda, sentía las lágrimas de Horacio y escuchaba a Gustabo susurrar cosas que no logré entender.

De repente todo el regaño que tenía en mente se me olvidó por mi emoción de verlos, así que dije lo primero que se me vino a la mente sustituyendo todo el discurso que tenía planeado.

—Última pinche vez que hacen algo así ¿me escucharon?

Se separaron de mí mientras asentían como niños pequeños.
Les di un beso en la mejilla a cada uno para luego mirar a Jack, dando a entender que ya nos podíamos ir.

No fear || Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora